lunes, 4 de enero de 2010

Cuadernos 63 Elogio de Lagasca CINCO

"Nuestro Linneo abrazó desde sus primeros trabajos toda la vasta extensión de la ciencia"
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ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA
Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
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CINCO
Su viaje a Madrid en 1800 fue una herborización continua: llegó a la Corte cargado con sus trofeos, un precioso herbario de 4.000 especies recogidas por su propia mano en el territorio español que era su única compañía, era un tesoro. Nuestro apreciado conocido don Ignacio Graells, médico de los baños de Caldas de Monbuy, amigo suyo y compañero de sus excursiones desde el año anterior, es el único que pudiera describirnos este pasaje. El nos diría cómo llegó a pie, descalzo, cargado con el pesado fardo de las producciones que había recogido, exhausto de todo, sin tener un maravedí con que mantenerse, y sin embargo, triunfante y lleno de entusiasmo por el número e importancia de sus descubrimientos que refería con calor sin reparar en su estado miserable, estado que su buen amigo procuró remediar, dándole una parte de sus vestidos, alojándole en su habitación para proveer a su subsistencia, hasta que se le proporcionó colocarse en casa de don Juan Bautista Soldevilla, médico de cámara. Pocos días tardó éste en quedar prendado de él, pues conoció luego su honradez, su talento, su aplicación y demás bellas cualidades, que supo apreciar como debía por lo que le trató no como a un dependiente, sino como a un amigo y le protegió cuanto pudo. Por iguales motivos mereció también que su maestro y catedrático de clínica, don José Severo López, le distinguiese como uno de sus discípulos predilectos y le favoreciese siempre con su amistad y patrocinio. Pero dejemos esto y volvamos a las numerosas plantas que el joven La-Gasca había examinado y recogido en sus primeras herborizaciones. Yo no puedo indicarlas todas ni es esta la ocasión oportuna de manifestar un largo catálogo y las acertadas descripciones y clasificaciones que hizo de ellas. Diré solamente que de todas clases había en aquel primer herbario, porque nuestro Linneo abrazó desde sus primeros trabajos toda la vasta extensión de la ciencia; las ingratas criptógamas, las hermosas liliáceas, las interesantes gramíneas y leguminosas, las intrincadas compuestas y umbelíferas, las aromáticas labiadas, las picantes crucíferas, las acres ranunculáceas, todas habían sido objeto de su examen, pudiéndose decir de él lo que en tiempos remotos se aplicó al Rey Salomón.

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