martes, 23 de marzo de 2010

Cuadernos 100 Elogio de LAGASCA

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
VEINTIUNO
Las criptógamas, que le habían también cautivado desde el principio de su carrera y cuya afición se cree se debió a nuestro Martí y trasmitió a Clemente, y aún a Cavanilles, le ocuparon después con alguna especialidad. Arregló para sus discípulos un método propio de distribución de los helechos, siendo vice-profesor en 1807, del que dio el primer curso a los alumnos del último año y repitió después varias veces siendo director del jardín. Ya se ha dicho más arriba que la Introducción a la criptogamia española, publicada en los Anales de Ciencias Naturales, había sido el resultado de un trabajo común con Clemente y García; Clemente estaba entonces ausente de España, y La-Gasca redactó dicho trabajo, excepto el prólogo que fue compuesto por García. Así lo asegura La-Gasca confesando con candidez ser enteramente suyos los pocos errores que hay en dicha memoria, a causa de no haber llegado a tiempo algunas observaciones útiles remitidas por Clemente y resultantes de las consultas que hizo en Inglaterra y en Francia con los primeros criptogamistas y de las comparaciones verificadas en los herbarios originales de los mismos.

martes, 16 de marzo de 2010

Cuadernos 99 Elogio de Lagasca VEINTE

Fotografía realizada en la puerta de Fernando Gasca (en el Ventorrillo).
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ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
VEINTE
Las crucíferas y las cistíneas, que tanto abundan en nuestra península, fueron objeto de su esmerada solicitud: un gran número de una y otras, recogidas en sus viajes, se hallaban en su herbario, La-Gasca las había examinado con cuidado, había rectificado sus diferencias específicas y había comunicado sus notas a Decandolle y a varios otros botánicos. En el tomo segundo del Sistema universal, expresa Decandolle en la introducción a las crucíferas que le debía un gran número de especies nuevas que iba a descubrir; y en el primer tomo del Prodomus, al tratar de los cistus, dice que lo que va a explicar y publicar se debe en gran parte a la colección de ejemplares españoles de dicha familia, remitida por La-Gasca con notas muy perspicaces; colectio, dice, cistinearum hispanicarum notis manuscriptus sagacissimis illustrada a el. La-Gasca humanissime nobiscum comunicata.

viernes, 12 de marzo de 2010

Cuadernos 98 Elogio de Lagasca DIECINUEVE

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
DIECINUEVE
Además de las gramíneas y de las compuestas, llamaron también otras familias muy específicamente la atención de nuestro consocio. La umbelíferas, en cuya determinación fue tan poco feliz el inmortal Linneo, y que no sufrieron reforma considerable de parte de Jusieu, Mirbel y otros autores, le atormentaron mucho desde sus primeros estudios, según el mismo confiesa; las obras de todos los botánicos que consultó sobre esta familia, le dejaron un inmenso vacío. “Sin guía, dice, anduve muchos años, tropezando como todos, dando en un escollo cuando apenas acababa de apartar la vista del otro. Veía los defectos, pero ignoraba el modo de remediarlos, veía géneros bien marcados por la naturaleza, pero no acertaba a caracterizarlos…, en una palabra: sabía de memoria muchas voces, pero tenía pocas ideas exactas… En semejante estado de confusión, mil veces emprendí y volví a dejar este estudio; los libros por lo general sólo servían para aumentar más la confusión; y así, decidido por ultimo a probar mis fuerzas en este campo de Agramante, abandoné la lectura de todos, y en 1806 me dediqué con toda intensidad a consultar únicamente el de la Naturaleza. Sacudido el yugo de toda autoridad, fui descubriendo en ésta verdades que no había podido ver en muchos años, sin embargo de haber estado mirando repetidísimas veces.” Con estos medios, que debiera tenerse presente muy a menudo, progresó La-Gasca en gran manera en el estudio de una familia tan enredada como interesante bajo todos aspectos, conoció la exactitud de los trabajos de Cusson, adoptó su nomenclatura y arregló un sistema muy aventajado al de Linneo para el estudio de las umbelíferas; lo presentó a sus discípulos para hacer aplicación de él en la enseñanza pública del jardín cuando la desempeñó en calidad de vicerrector; vio confirmados prácticamente los buenos resultados de la teoría; repitió su explicación algo modificada en los cursos posteriores al año 1814 y publicó por fin la monografía de dicha familia en el número 2 de sus Amenidades naturales, impreso en Madrid en 1821. Posteriormente, durante su emigración, publicó, en 1825, sus Observaciones sobre la familia de las aparasoladas, memoria llena de erudición y criterio, abundante en datos positivos. Estos trabajos sirvieron mucho a Decandiolle para componer su memoria sobre las umbelíferas y arreglar la clasificación de dicha familia en el tomo cuarto de su Prodomus. Aún después de la publicación de estos escritos de dicho ilustre botánico, adquirió La-Gasca nuevos conocimientos sobre las mismas plantas e hizo a nuestra Academia el ofrecimiento que no pudo cumplir a causa de su enfermedad y muerte, de una nueva memoria acerca del mismo objeto, que podemos asegurar hubiera contenido datos y reflexiones del mayor interés.

miércoles, 10 de marzo de 2010

martes, 9 de marzo de 2010

Cuadernos 96 Mural de Lagasca

Estos murales de "prueba" nos servirán para la promoción del "AÑO LAGASCA"
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La intención es que vayan apareciendo en los diferentes medios de comunicación.
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La promoción abarca a Lagasca y a Encinacorba.
De aquí, hasta el año 2014
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miércoles, 3 de marzo de 2010

Cuadernos 95 Elogio de Lagasca DIECIOCHO

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
DIECIOCHO
Permitidme, señores, citar un párrafo de un sabio tan eminente, porque la menor de sus expresiones es para La-Gasca una recomendación infinitamente superior a todas las producciones de una pluma grosera. En la colección de las Memorias Botánicas, publicadas en París en 1813, encabeza Decandolle la tercera de las plantas compuestas labiatífloras, con la siguiente introducción: “La Memoria que ahora presento al público fue leída en la primera clase del Instituto el 18 de enero de 1808, lo mismo que las dos que preceden. Algún tiempo después de dicha época tuve la noticia de una carta escrita por La-Gasca a Bonpland, en la que anunciaba aquel sabio todos los resultados a que yo había llegado por mí mismo; él establecía, como yo, una familia particular de compuestas de corolas labiadas; la colocaba como yo entre las achicoráceas y las cinarocéfalas; admitía géneros semejantes a los míos, a lo menos en cuanto a las plantas que los dos habíamos conocido, y las solas diferencias que se hallaban entre os dos trabajos consistían en que uno de nosotros había tenido conocimiento de algunas plantas que el otro no había examinado. En esta posición vi con satisfacción confirmadas mis ideas por los trabajos de un botánico tan distinguido como La-Gasca ; creí que así como sería agradable a los botánicos el ver confirmadas las observaciones del uno por las del otro, otro tanto le sería fastidioso establecer para esta familia, desde su nacimiento, una doble clasificación y nomenclatura. Las circunstancias en que se ha hallado la España desde entonces, me ha privado de recibir de él noticia alguna, y me hacen temer que tampoco las recibiré en mucho tiempo; por lo tanto he tomado la resolución de publicar mi Memoria, pero tanto para hacer más completa la historia de esta familia como para conservar los derechos que La-Gasca ha adquirido sobre ella, creo deber intercalar sus observaciones; considero que los botánicos las verán con interés y conozco muy bien la exactitud de su autor, para dejar de prestarlas toda la confianza que sus anteriores trabajos le han merecido. Deseo que esta Memoria llegue hasta él y que ratifique esta Asociación sobre la cual no he podido consultarle.” Más abajo da noticias de varios géneros rectificados y denominados por La-Gasca y la monografía de los géneros y dos especies establecidas y nombradas por él mismo en la disertación que suponía inédita; sin embargo dicha Memoria había visto la luz pública por hallarse continuada en el primer número de las Amenidades naturales de España, impresas, según hemos dicho arriba, en 1811, de la cual, por entonces, sin duda, no tenía conocimiento el distinguido botánico extranjero. En efecto, el expresado número contiene la disertación sobre las chenantóporas, que es el nombre que dio al nuevo orden y significa plantas que llevan flores con los labios o boquiabiertas; disertación citada por el mismo Decandolle en su Prodomus, a la cabeza de la tribu de las labiatifloras. El testimonio tan irrecusable de un botánico de primer orden, del que se acaba de hablar, demuestra cuán interesantes habían sido los trabajos de La-Gasca acerca de la vastísima familia de las sinantéreas, tan complicada en aquella época y en la cual llegó a conocer hasta un centenar de géneros nuevos, citados en los tomos 5, 6 y 7 del mismo Prodomus. Sólo advertiré, señores, que estas expresiones que se acaban de citar, tan honoríficas para nuestro sabio, fueron escritas en tiempo que los Ejércitos españoles triunfantes invadían el territorio francés, lo que hace mucho honor al ilustre Decandolle y debiera confundir a los que preciándose de sabios se profesan un odio implacable y se persiguen encarnizadamente por reputarse entre sí de diferentes matices políticos.

lunes, 1 de marzo de 2010

Cuadernos 94 Elogio de Lagasca DIECISIETE

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
DIECISIETE
No contento La-Gasca con desempeñar de una manera tan esclarecida los deberes de catedrático y de director del jardín, continuó trabajando en sus dos obras favoritas. Tenía establecidas relaciones en toda la Península por medio de sus numerosos discípulos y amigos, que le iban remitiendo ejemplares de plantas, y en particular todas las variedades de cereales que se cultivan en los diferentes distritos. Entre estos corresponsales debo citar, en el seno de esta Corporación literaria, a nuestros apreciables consocios difuntos don Antonio de Martí, don Francisco Mirandell, infatigable párroco de Prats de Llusanés y don Francisco de Bahí y los actuales don Ignacio Graells, don Francisco Bolós y don Francisco Campderá. Así iba dando cima a la Ceres y a la Flora española; llevó a cabo esta última por sí solo y adelantó muchísimo la primera que consumo con Clemente. Publicó en 1816 dos cuadernos, el uno titulado Elenchus plantarum H.R.M., o sea el catálogo de las plantas del Jardín de Madrid, que el célebre Sprengel, en su filosofía de las plantas, propone como un modelo en su género, y el otro Genera et especies plantarum quo aut novos sunt, aut nondum rectè cognoscuntur; catálogo que contiene la descripción de 441 especies, la mayor parte nuevas, y algunos géneros de nueva creación en cuaderno muy pequeño, pero de gran valor y muy apreciado por Decandolle y otros botánicos de nota. En 1817 publicó la Memoria sobre las plantas barrilleras de España, de que dio una traducción alemana al distinguido Schultes, profesor de Botánica de Stuttgart, y se hicieron diferentes extractos en varios idiomas.
Trabajó también en la ilustración y ediciones de la obra de Agricultura de Herrera que publicó la Sociedad Económica Matritense en los años 1818 y 1819. Fue consultado por la comisión de ilustración pública de las Cortes de 1820 y 1821, a cuyas sesiones acudió con mucha puntualidad, suministro sus sublimes conocimientos en la parte de Medicina y de Ciencias Naturales, contribuyendo a la formación del proyecto que presentó la comisión y produjo la famosa Ley de 29 de junio de 1821. Tomó parte muy activa en los trabajos de los primeros botánicos extranjeros con quienes estaba en estrechas relaciones desde hacía mucho tiempo. Debo citar, entre otros de dichos trabajos, los dos más bellos monumentos modernos de la ciencia que honrarán eternamente a su autor, por ser las obras más generales después de la de Linneo. Hablo del Regni vegetabilis sistema naturale, y del Produmus systematis naturales regni vegetabilis del ilustre Decandolle, en cuyas descripciones y sinonimias se ve citado con frecuencia el nombre de La-Gasca, lo que no es de extrañar porque Decandolle tuvo muy presentes trabajos de nuestro sabio al componer la obra, y admite varios de sus géneros y especies, cita sus diferentes escritos y confiesa en el prólogo gran número de especies americanas regaladas por La-Gasca, que conserva en su herbario.

Cuadernos 93 Elogio de Lagasca DIECISEIS

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
DIECISEIS
Tuve entonces el honor de conocerle y hablarle por primera vez. Era yo, en 1816, un aspirante a las cátedras de los reales colegios de Farmacia y él era un profesor consumado, uno de los botánicos más sobresalientes de Europa. Viéndome pigmeo al lado de un hombre tan grande, de su fama, de su aspecto, de su mirada penetrante, me sobrecogieron; más él me habló con su benevolencia, y al oír de su misma boca la noticia de lo que había sido el establecimiento en tiempos anteriores, del estado lastimoso a que lo habían reducido los desastres de la guerra, del profundo sentimiento que al regresar le había causado su visita, de lo que podía y debía bajo una protección firme e ilustrada y de las causas que se oponían a su progreso, conocí al momento la intensidad de su afición a la ciencia y la energía de su carácter y me persuadí que no en vano aquellos ojos denotaban un corazón de fuego y que aquel cuerpo, en la apariencia endeble, encarnaba un alma grande. Pocas veces puede asistir a sus lecciones, pero me llamó mucho la atención y cautivó mi voluntad aquella ansia con que explicaba sin saberse desprender de la cátedra, aun pasado el tiempo prevenido por reglamento, aquel ardor con que acumulaba unas verdades sobre otras, como si pretendiese agotar todo cuanto sabía en la materia; aquella escrupulosidad con que observaba y hacía observar a los concurrentes los caracteres y fenómenos de los objetos, aun los más diminutos; aquella displicencia que manifestaba al haber concluido como si quisiera continuar todavía y se viese forzado a renunciar a su mayor delicia. Apelo al testimonio de cuantos hayan frecuentado su cátedra y espero me digan francamente cuan descolorido es el cuadro que acabo de trazar del carácter profesional de La-Gasca.