lunes, 26 de octubre de 2009

Cuadenos 21 Preparando los presentes

La Caja Lagasca contiene una botella de moscatel, un folleto de Encinacorba en cinco lenguas y un díptico con el programa del proyecto: "2014 AÑO LAGASCA"
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Próximamente nuestra asociación girará visita cultural al Real Jardín Botánico de Madrid, en ella haremos entrega de los presentes que aquí reseñamos. El objetivo es recabar más información sobre la figura de Mariano Lagasca y hacer presente el proyecto de "2014 AÑO LAGASCA".
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Las ya famosas, "Caja Lagasca", listas para entregar al Director y Amigos del Real Jardín Botánico de Madrid.
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Etiqueta de Lagasca y alegoría a la música. Debajo fotografía de la Villa.
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Contraetiqueta que consta de escarapela y cinta rotulada.
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jueves, 22 de octubre de 2009

Cuadernos 20 La botánica en el exilio

LA BOTÁNICA EN EL EXILIO.
MARIANO LAGASCA Y EL HORTUS SICCUS LONDINENSIS (1827)

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José Luis Maldonado Polo
Dtº Historia de la Ciencia. Instituto de Historia (CSIC).
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El HORTUS SICCUS LONDINENSIS (HSL)
Al margen de todo lo antedicho, la estancia de Lagasca en Londres la aprovechó para recorrer herbarios y museos. Varias de sus publicaciones se hicieron en Inglaterra, pero otros estudios botánicos, sin suficientes suscripciones, única posibilidad de publicar en español, no pudieron aparecer. Una excepción es el caso que nos ocupa, aunque como se verá más adelante tampoco satisfacería las expectativas de Lagasca. El asunto se remonta a los primeros años de su vida en Londres, cuando, para poder vivir, colectó, en unión de sus hijos, un herbario que vendía a los posibles suscriptores con el nombre de Hortus Siccus Londinensis , acompañado de unos fascículos, en cuatro entregas, que formaron un tomo y que Marcelino Calero Portocarreño publicó en Londres en 1826 y 1827. La colección de especimenes secos de plantas silvestres procedían de sus excursiones por los alrededores de Londres, en un perímetro de unas veinte millas teniendo la Real Bolsa como centro, junto a otros de especies inglesas que obtuvo en los jardines de Chelsea y en la Sociedad Horticultural de la misma ciudad.
Los ejemplares de las especies, no demasiado raras, fueron denominados correctamente por Lagasca en la mayoría de los casos, basándose para ello en las colecciones originales de los herbarios británicos, en especial la que contenía el herbario de Joseph Banks. En cada ejemplar se incluyen notas con esas denominaciones nomenclaturales y curiosas noticias sobre localidades españolas.
En el herbario del Jardín Botánico de Madrid, en una ubicación especial, se encuentran en la actualidad dos carpetas con los especimenes montados de las plantas secas, además de los cuatro fascículos indicados con las listas y las etiquetas con las notas de cada una de las especies (Fig. 1).
Una de las carpetas contiene los especimenes correspondientes al primer fascículo del HSL, de 1826, con plantas secas numeradas desde el 1 al 25; la otra carpeta contiene los del 2º fascículo, de 1827, correspondientes a los números 25-50, aunque en este caso existen dos series con la misma numeración.
Abundando un poco más sobre el interés que despertó este herbario singular en el reino Unido sabemos que otra colección del HSL estuvo en el National Herbarium de Crowell Road ( actual Museo de Historia Natural) a principios del siglo XIX, como lo manufiesta G. Claridge Druce en su edición sobre el HSL de 1908, basada en esta colección londinense que, aunque incompleta, reapareció en esas fechas. En un principio las plantas secas que él vio, correspondientes a las mismas especies que figuran en los tres primeros fascículos de la serie localizada en Madrid, representaron un gran enigma sobre su origen y autor, pero en cambio resultaba evidente que su publicación tendría un valor añadido para el conocimiento de la flora británica, dado que algunos de los especimenes correspondían a los primeros registros que se tuvieron del territorio florístico del Middlesex. Como la lista de las especies del Hortus no incluyen los nombres de localidades que figuran en la Flora of Middlesex, indujo a Duce creer que no se trataba de una serie o una copia de esta Flora, que era su idea original (Druce, 1908, 163) sino que, como él mismo dice, verificó la autenticidad de la colección y supo por Colmeiro que en efecto se trataba del HSL de Lagasca y que existía originalmente un cuarto fascículo, aunque no pudo verlo ni por tanto utilizarlo en su versión de 1908.
James Britten, que también colaboró en esta edición, añadiendo al final, y en epígrafe aparte, un suplemento con datos y observaciones sobre el Hortus y corrigió sendos errores biográficos sobre Lagasca cometidos por Druce y que éste tomo del Biographical Index (Britten, 1908, 169). En este sentido incluyó unos párrafos de un gran significado, transcritos por el propio Britten, que permiten aclarar algunos aspectos del devenir del herbario de Lagasca y saber al mismo tiempo que no solo Lagasca tuvo amigos y recibió todo tipo de atenciones de sus colegas británicos, y también varapalos y críticas, tan aceradas como la que exponemos a continuación. Fue a propósito de una lista de plantas del herbario ingles, aumentado con plantas de Jersey, de Lagasca en el Report of the Jersey Agricultural and Horticultural Society, impresa en 1839. Lester Garlan en la Flora de Jersey, opina al respecto que la lista citada, fechada en Londres el 4 de octubre de 1834, corresponde a la que envió Lindley a Le Cotour y sobre la que afirma que:
“Esta lista está llena de obviedades y absurdos, que es absolutamente despreciable. Plantas nativas y cultivadas, plantas que encuentra y plantas que nunca encontró, todas mezcladas en inescrutable confusión. Ignoro porque no han incluido sus plantas en la “List of Ambiguities and Errores”
En relación con el herbario se sabe por el borrador de una carta de R. Brown a Lagasca, del dos de agosto de 1834 y conservada en la correspondencia del primero, que Lagasca a instancias de Brown, se propuso presentar y depositar su herbario, que previsiblemente incluiría el HSL, al British Museum, lo que al parecer nunca tuvo efecto, como se deduce de l ainformación que en 1851 proporcionó Trimen en su copia de la Flora of Middlesex, al comentar que el herbario de Lagasca “viajó en parte a Madrid y en parte a Málaga en malísimas condiciones”, lo que parece confirmar nuestras conjeturas, ya señaladas, sobre el peregrinaje de sus materiales científicos desde Inglaterra hasta España.
Britten asimismo se refiere a varias especies de Polygonum del Hortus Siccus Londinensis, en concreto observa que el descubrimiento del P. mite se debe remontar antes de 1724 y precisa además su localización exacta en Londres, a la vez que alude a que J. De Carle Sowerby sobre el P. hidropiper anotó que Lagasca fue quien lo presentó como una especie nueva que colectó en una zanja del “road side at Chelsea” en octubre de 1826 (Britten, 1908, 170).
Retomando el hilo de nuestro asunto sobre la colección madrileña del HSL desde que entró a formar parte del patrimonio del Jardín Botánico, sabemos que al parecer todo el conjunto de plantas secas formaron un apartado propio o especial en el Jardín Botánico de Madrid y así estuvo dispuesto desde los tiempos que fueron colectadas por Lagasca hasta fechas recientes en que se modificó esta disposición. Los ejemplares estaban repetidos o mejor dicho formaban dos series de plantas duplicadas, sin embargo por razones de orden sistemático se extrajeron del conjunto de este herbario singular todos los pliegos correspondientes a los fascículos 3º y 4º (las dos series), es decir aquellos que se corresponderían con los numerados desde el 51 al 75 y desde el 76 al 100 respectivamente; pero hemos comprobado que hoy día se encuentran diseminados en la carpetas de sus correspondientes familias del Herbario General en la sección “extranjero”. Lo mismo se puede decir respecto a una de las dos series pertenecientes al fascículo primero, pero, a diferencia de éste y por razones que desconocemos, no se incluyeron eln el herbario general ninguna de las dos series que se corresponden con el fascículo 2º (plantas numeradas desde el 25 al 50).
En el anuncio que se publicó en la imprenta de Marcelino Calero (17 de Frederick Place, Goswel Road), el 6 de noviembre de 1826, Lagasca restaba importancia a este trabajo, al ser Inglaterra un país ciertamente muy adelantado en la enseñanza e investigación de la ciencia de los vegetales y por tanto poco podría aportar al avance de la botánica. No obstante, el propósito fundamental de esta publicación iba encaminado a ayudar a los principiantes de las plantas que por sus ocupaciones no podían dedicarse a la formación de un herbario propio de plantas nativas de su país.

Lagasca era consciente de que la botánica inglesa tenía reconocidos estudios ytrabajos de eminentes científicos con preciosas ilustraciones realizadas con gran destreza por parte de los artistas que los embellecían, pero sin embargo, no existía, o era muy imperfecto, el "Catálogo de las Plantas" que crecían silvestres en las cercanías de Londres que fueran objeto de la atención los colectores noveles. Por tanto rellenar este vacío con plantas fanerógams sería uno de los objetivos del trabajo que Lagasca se propuso realizar, que complementaría con tan sólo helechos y equisetos dentro dela clase de lascriptógamas y aquellas otras especies mpleadas en la medicina y ornamentación. Para cumplir con esos fines, Lagasca comenta, a continuación, la forma de editar su trabajo y la meticulosidad con el que debe hacerse. Su plan de publicación consistiría en hacerlo por partes o por entregas, conteniendo cada una de ellas 25 plantas, pegadas y montadas adecuadamente en papel. De esta manera resultarían los cuatro volúmenes o fascículos independeientes, enlos que, bajo esta dispposición, no se causaría ningún tipo de lesión a los especímenes. Se fijarían mediante tiras de papel engomado impidiendo su movimiento y sin temor a que se rompieran. Asignaría a cada planta su nombre sistemático y en la mayoría de los casos éste estaría basado en la celebrada "English Flora" de James Edward Smith; y si en algún caso Lagsaca prefiriera otro nombre lo situaría después del admitido por Smith. Al nombre científico acompañará el lugar o lugares donde cada planta fue encontrada y el tiempo de su floración. Lagasca manifiesta respecto a la localización de las especies que también indicará aquellos lugares o sitios donde la misma planta se pueda ver en España, pero advirtiendo que sólo en los casos en los que en su flora sean poco conocidas; de este modo Lagasca, a la vez que satisfacería la curiosidad de los botánicos ingleses, estaría sirviendo a los de su propio país que muchos desean una información correcta de las plantas de Linneo. Aunque Lagasca llevaba más de treinta años dedicado a la botánica, no confiaba suficientemente en su propio conocimiento y por tanto denominará estas plantas después de comparar sus nombres con los del herbario de Joseph Banks –en esos momentos en poder de Robert Brown- y del herbario original de Linneo; también se servirá de los de Aymer Bourke Lambert y de los señores Sowerby que poseían las plantas originales que se utilizaron para la confección de los grabados de las plantas de la “English Botany”, plantas de la “English Flora”, descritas por su autor, el erudito J. E. Smith y que fueron cuidadosamente contrastadas con aquellas del herbario de Linneo.
A Lagasca le ayudaron en este trabajo sus dos hijos mayores y en principio pensaba que podría publicarlo en seis partes y, como indica el anuncio al que nos estamos refiriendo, prometía la impresión de tan sólo treinta copias del trabajo, pero asegurándose previamente su suscripción; sin embargo indicaba que si la demanda superaba las expectativas del número de suscriptores previstos, se esforzaría en colectar mayor número de plantas de las que contaba hasta ese momento.
Las suscripciones las recibiría en su propia casa del 25 de Camden Place, Camden Town, en la librería de Vicente Salvá, 124 de Regent Street y en la de G. B. Sowerby, F.L.S., 156 de Regent Street. Además Lagasca señalaba que no era necesario adelantar ningún importe de las suscripciones que se pagarían al recibir las diferentes partes del HSL, cuyo monto ascendía a una libra esterlina por cada parte. La primera parte la entregaría el 10 de diciembre de 1826 y la segunda el 31 de enero siguiente. El resto intentaría publicarlas una cada mes.
En relación con esto, el nueve de noviembre de 1826, Lagasca comentó a Smith los motivos de la publicación del trabajo y algunas circunstancias que acompañaron a la edición del Hortus Siccus Londinensis y su distribución inmediata. Acababa en esa fecha de completar el primer fascículo de 25 plantas listas para distribuir a fines de ese mes; además las plantas se cotejarán con el herbario de Linneo y el del mismo Smith, a quien por cierto le anuncia el envío, en un par de días, de un paquete con 52 plantas de Londres y le anunciaba algunas novedades botánicas de México (Jackson, 1924, 349).
Ya en 1927, en la “Advertencia” que acompaña al tercer fascículo, en el que no se especifica la fecha exacta, Lagasca anuncia a los suscriptores que en el futuro publicará un fascículo cada tres meses y por tanto el cuarto podrá aparecer el 1 de julio próximo. Por consiguiente y de acuerdo con esta previsión, cada fascículo contendría 30 plantas en lugar de las 25 como se había hecho con los dos primeros números anteriores. El cuarto incluirá además las 10 plantas adicionales para completar el primer volumen. Lagasca asimismo proveerá colecciones de separatas de las mismas plantas arregladas separadamente en hojas de papel. El precio de cada lote de 50 plantas será de 20 chelines. Y en efecto así ocurrió ya que el tercer fascículo contiene las 30 plantas señaladas y el cuarto 40.
Como se puede comprobar los planes de Lagasca fueron cmbiando su proyecto inicial de publicación a medida que pasaba el tiempo, en función de las circunstancias. En el herbario del jardín Botánico de Madrid, formando parte de las dos carpetas del herbario del HSL, existen distintas listas de plantas numeradas, unas que se corresponden con los fascículos y otras con las “centurias”, y un documento manuscrito del mismo Lagasca, en el que se observan correcciones en cuanto al número de plantas que pensaba incluir en cada remesa y por tanto las que debieran figurar en cada fascículo. Concretamente el “fasciculus secundos” corresponde en realidad al “tertius” y así lo expresa Lagasca en el documento con tachaduras. Los dos primeros contienen veinticinco especies cada uno y a partir del tercero ya son treinta las que recoge la lista y cuarenta el cuarto como hemos dicho. La lista de las primeras cien plantas correspondería a su plan inicial que divide en dos partes, con cincuenta especies cada una y que corresponde también a los primeros meses de 1827. También se puede señalar que en este mismo año, a los tres sitios de venta del HSL del año anterior, se añadirían los de los señores Treutter, Wurtz, Treuttel Jun. Y Richter, en el 30 de SOHO Square; y a Callow y Wilson en el 16 de Princes Street, Leicester Square.
Finalmente podemos agregar que las etiquetas que acompañan cada ejemplar seco contiene además del nombre científico, detalles y observaciones del hábitat, abundancia y lugar o lugares de colecta, incluyendo en la mayoría de los casos las referencias a los de España y datos del periodo de floración, mientras que en segundo predominan fundamentalmente los de la fructificación. También a partir del segundo fascículo Lagasca incluye los datos del período vegetativo de la especie y por consiguiente incluye los términos “annua”, “perennial” y “biennial” y que nosotros traducimos por anual, bianual y perenne respectivamente, así como laguna nota botánica con aclaraciones nomenclaturales.
Estas etiquetas numeradas correlativamente con la designación nomenclatural, locotípica y de los meses de floración y fructificación de Lagasca la reseñamos a continuación para cada uno de los cuatro fascículos publicados.
“FASCICULOS PRIMUS”
1. Polygonum lapathifolium Linn. Camden Town, Hampstead. Madrid y Aragón.
(Continuará)

miércoles, 21 de octubre de 2009

Cuadenos 19 LAGASCA Y HUMBOLDT

En el Real Jardín Botánico de Madrid depositó Lagasca el legado de Mutis
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DOS CARTAS INÉDITAS DE LAGASCA A HUMBOLDT
EN TORNO AL LEGADO DE MUTIS
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Miguel Ángel Puig-Samper, J. Luis Maldonado.
Instituto de Historia, CSIC, Madrid.
Xosé Fraga
I.E.S. Monelos, A Coruña
LAGASCA Y HUMBOLDT
Mariano Lagasca. Aunque prematuramente arrebatado para la ciencia española, fue un botánico de primer orden en la línea de los más importantes naturalistas e intelectuales del momento, que reconocieron y valoraron su categoría científica. Su relación con Alejandro de Humboldt, mantenida e intensificada a lo largo del tiempo mediante la correspondencia epistolar, se remonta, sin embargo, a los años en que el viajero prusiano visitó nuestro país camino de su periplo americano y donde éste conoció a los mejores científicos españoles de su época, entre los que destacó su relación con Felipe Bauzá.
En el caso que nos ocupa, uno de los mejores discípulos de Lagasca, Eduardo Carreño, en la necrológica que escribió sobre su maestro, afirma que Humboldt conoció a Lagasca en 1799 en la región levantina y comenta al respecto: “quedó sorprendido ante su tacto en la determinación de las plantas y su habilidad en el conocimiento de las especies” (11)
En este punto haremos un breve paréntesis para mostrar un perfil biográfico de Lagasca ( Encinacorba, Zaragoza, 1776 – Barcelona, 1839) (12). Tras sus primeros estudios de latín, filosofía, teología y humanidades, el joven Lagasca se inclinó por los estudios de medicina, que comenzó primero en la Universidad de Zaragoza y luego en la de Valencia, para finalizarlos en 1801 en el Real Estudio de Madrid. Sin embargo si inclinación por las ciencias naturales y en especial por la botánica se debió a la influencia de Antonio Verdejo y Antonio Martí Franques y sirvió para que esta fuera su principal dedicación a lo largo de su vida, que en gran parte estuvo ligada a la historia del Real Jardín Botánico de Madrid (RJB). En esta institución, además de conocer a Casimiro Gómez Ortega, estableció una intensa amistad con el que iba a ser su gran compañero científico Simón de Rojas Clemente.
La relación con Antonio José Cavanilles sería la más fructífera para el científico aragonés. Colaboró en las Variedades de ciencias, literatura y artes y, con el director del RJB, en los Anales de Ciencias Naturales, quien asimismo le encargó recolectar plantas en el norte peninsular y aportar los datos fitogeográficos necesarios para la Flora Española iniciada por por Miguel Barnades. De esta experiencia de campo merece especial atención su descubrimiento en las montañas astur-leonesas, en julio de 1803, del interesante liquen islándico (Cetraria islandica), preciado vegetal muy útil para remediar las enfermedades de tipo pulmonar.
En 1803, Cavanilles le propuso como segundo profesor o veceprofesor del RJB, cargo que obtuvo del gobierno en 1806 y en 1807 el de profesor de Botánica Médica, empleando en sus clases por primera vez el método de familias naturales. Con la imposición de José I como rey de España y la ocupación de Madrid a finales de 1808 por las tropas francesas, se procuró atraer a Lagasca a las filas afrancesadas. Por mediación de Humboldt, José Bonaparte, le propuso como director del RJB, pero su posición política le impidió cumplir con el cargo. Se incorporó en 1809 a las resistencia contra los franceses durante los seis años que duró la contienda como médico de número del tercer ejército en las provincias del sur. Aparte de su labor sanitaria y hospitalaria, combatió la terrible epidémia de fiebre amarilla en Murcia, publicó en Orihuela el primer número de las Amenidades naturales de las Españas, muy conocido en la historia de la botánica por la monografía Disertación sobre un nuevo orden de plantas de la clase de las compuestas, que marcó su inicio epistolar con Bonplant al hablarle de esta familia botánica (13). En 1821 publicó en Madrid, el el segundo número, la monografía sobre la familia de las umbelíferas.
La Regencia del reino en 1813 le concedió interinamente la primera cátedra y dirección del RJB, cargos que le rey le confirió en propiedad poco después, dedicando se a su establecimiento y a superar las limitaciones y recortes de competencias al crearse la Junta de Protección del Museo de Ciencias Naturales, dependiente del gobierno. Además de catedrático de botánica general, continuó con sus dos obras botánicas prioritarias: la Flora Española y la Ceres, esta última en colaboración con su amigo Clemente. En 1816 publicó su Elenchus plantarum H.R.M., catálogo de las plantas del RJB y al año siguiente la Memoria de las plantas barrilleras de España, nombrándosele Inspector General de los Plantíos y Arbolados del Canal del manzanares.
Colaboró en la edición que hizo la Sociedad Económica Matritense de la obra de agricultura de Herrera y durante el Trienio Liberal participó en política como diputado a Cortes por Aragón (14), lo que como liberal declarado, con la restauración absolutista le llevó al exilio como a muchos de sus colegas parlamentarios, entre los que se encontraba también Felipe Bauzá, el otro amigo de Humboldt. Después de su paso por Sevilla, Cádiz y Gibraltar llegó a Londres en 1824 donde continuó con sus estudios botánicos, gracias a las ayudas qu el prestaron los mejores botánicos ingleses del momento (15). Examinó el herbario de Linneo, recorrió los jardines y museos londinenses; la Sociedad de farmacéuticos de Londres puso a su disposición el jardín de Chelsea para que cultivase las gramíneas y umbelíferas, se ocupó también de clasificar el herbario de un botánico inglés procedente de un viaje a la India, lo que le reportó dinero suficiente para poder trasladar a su familia que aún permanecía en Cádiz. Publicó artículos en el Gardener´s Magazine y sus Observaciones sobre la familia de las aparasoladas aparecieron en el periódico editado por el grupo de españoles expatriados Ocio de los españoles emigrados; colaboró asimismo en le Semanario de Agricultura y Artes que publicaba uno de esos exiliados, Marcelino Calero.
En Inglaterra reanudó sus trabajos sobre la Ceres, tras la muerte de Clemente en 1827, cuya redacción se prolongaría hasta el final de sus días (16). De algunas excuriones por los alrededores de Londres, Lagasca colectó algunas plantas que le sirvieron para publicar las cuatro entregas que formaron un tomo del Hortus Siccus Londinensis (17). Escribió nuevos tratados sobre las familias de las gramíneas y aparasoladas; tradujo y aumentó con notas curiosas la Teoría elemental de Botanica de Decandolle, que quedó inédita en poder de su familia, y volvió a componer e incorporar las novedades científicas producidas de los Elementos de Botánica del mismo Decandolle, que había perdido en Sevilla durante su precipitada huida de España.
La mala salud de Lagasca, seguramente tuberculosis, le obligó a salir de Londres en 1831 en busca de un clima más benigno. Residiendo en Saint Heliers, en la isla de Jersey, colaboró con el agrónomo inglés John Le Couteur en cuestiones agrícolas, pero por un decreto de la reina gobernadora, de 23 de octubre de 1833, Lagasca y algunos otros compañeros de exilio son amnistiados y se les repone en los puestos que ocupaban antes de 1823. En 1837, pese alas intrigas y enemistades de algunos de sus colegas, ocupó la presidencia de la recién creada Junta de Profesores encargada de la Dirección y Administración del Museo de Ciencias Naturales, se incorporó a la enseñanza en el RJB, el gobierno le condecoró con la cruz de Comendador de la orden de Isabel la Católica y numerosas sociedades científicas europeas le distinguieron con otros emblemas honoríficos. El 21 de diciembre de 1838, buscando un clima más favorable tras el agravamiento de su estado de salud, llegó a Barcelona donde falleció de una engina de pecho el 26 de junio de 1839 a los 62 años.

martes, 20 de octubre de 2009

Cuadernos 18 Dos cartas inéditas..... (2ª)

DOS CARTAS INÉDITAS DE LAGASCA A HUMBOLDT
EN TORNO AL LEGADO DE MUTIS
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Miguel Ángel Puig-Samper, J. Luis Maldonado
Instituto de Historia, CSIC, Madrid.
Xosé FragaI.E.S.
Monelos, A Coruña
(SEGUNDA CARTA)
Londres 3 de Mayo de 1827
25. Camden Place, Camden twon.
Señor Barón Dn. Alejandro de Humboldt
Muy Señor mío de mi mayor respeto y aprecio: cumpliendo la palabra que le di a V. En mi anterior, digo: que era tan grande la opinión que yo había formado de los trabajos científicos de Mutis, por la varias relaciones que de ellos habían hecho diferentes sabios nacionales y extranjeros, que deseaba con la mayor ansia el momento feliz de verlos. Apenas supe el fallecimiento de Mutis principié a temer sufriesen la misma suerte que los de otros muchos ilustres españoles, que o desaparecieron para siempre, o se sepultaron en los archivos de las secretarías, o pasaron a manos extranjeras. Apenas podía consolarme de la pérdida de tan preciosos objetos, en cuya adquisición el Gobierno español había empleado, según tengo entendido, cerca de cuarenta millones de reales vellón, y un sabio tan distinguido como Mutis el tiempo más precioso de su larga vida. Yo supe después por el mismo general D. P. Enrile que mis continuos lamentos habían hecho la más viva impresión en su ánimo, y que salió decidido de Madrid a salvar cuanto pudiese de la expedición botánica de Mutis, como efectivamente lo hizo.
Llegados a Madrid los efectos referidos de dicha expedición, que venían rotulados al Ministerio de Estado, como pertenecientes al Real Jardín botánico y Gabinete de Historia natural, muy pronto nacieron otros temores. Al momento los reclamó como pertenencia de su departamento el Secretario de Estado de Gracia y Justicia de Indias, a pesar de hallarse vigente una Real Orden que en 1914 pude alcanzar, por la cual se disponía que en el caso de fallecimiento de los jefes encargados de semejantes expediciones, se depositase todo en el Jardín botánico de Madrid, para que allí se conservase, y sirviese a la instrucción pública. Desde luego descubrí en el paso dado por la Secretaría de Gracia y Justicia, una mano oculta, enemiga de la gloria de Mutis, que quería perseguirlo más allá del sepulcro.
Disputaron las pertenencias algunos meses los dos Secretarios de Estado, y sus contiendas fueron dirimidas por el rey mismo, como dije en mi anterior. Durante estas contiendas, y temiendo que venciese al fin el Secretario de Gracia y Justicia, que según se decía, gozaba entonces de todo el favor del Rey; recurrí a S. M. pidiéndole la gracia de que fuese yo el encargado de la publicación de la Icnología de Mutis, que sabía por los Señores Enrile y Van-Halen, venía enteramente concluida y dispuesta para la prensa. Mi principal objeto en esta solicitud era salvar a todo trance esta obra de las manos de su enemigo, que según yo creía, la hubiese sepultado, o tal vez hecho quemar, como lo hizo con las quinas enviadas muchos años antes por el mismo Mutis.
Venció al fin el primer Secretario de Estado y yo me encontré bien a pesar mío con el encargo de la publicación de la parte botánica, según verá V. En la copia del oficio que se me pasó. Digo, bien a pesar mío, porque en efecto recibí en ello mi pesar. Reflexionando muchas veces sobre las causas del atraso de la Botánica en España, siempre hallé que la principal era la falta de buenos libros de poco coste; y así hacía ya algunos años que había determinado dedicarme exclusivamente ala publicación de la Flora española, y del Hortus matritensis, para las cuales había reunido muchísimos materiales, teniendo además en mi cabeza la ejecución de un Sistema general vegetali y algunas otras. Había, además, empeñado solemnemente mi palabra para publicar la ceres española, trabajaba entonces en las adiciones de la nueva edición de la Agricultura de Herrera, y tenía a mi cargo la dirección y enseñanza pública del Jardín, y la inspección general de los plantíos del canal de Manzanares. Así pues esta comisión sobre perjudicar a mi misma gloria literaria, era un impedimento para los progresos generales de la ciencia en mi verdadera patria. Pero ya insinué que no pude resistir este mal.
Meses pasaron sin que se me diese auxilio alguno y sufrí no pocos sinsabores para lograr el que al fin conseguí en Febrero de 1818 para componer el Salón, en que debía colocarse la nueva cajonera destinada a contener el herbario, dibujos y demás, perteneciente a dicha expedición.
Todo venía desordenado; pero con particularidad los manuscritos, a excepción de la Icnología y el Diccionario botánico. Fueron necesarios algunos meses de trabajo continuado para darles algún arreglo, y poder formar un inventario algo ordenado. De los dibujos solo unos quinientos venían denominados, los demás por lo general sin nombre, y cuando más traían solo el genérico; pero todos estaban numerados en el dorso; mas la llave de dichos números no vino. Yo denominé un gran número de ellos, singularmente de los de las Compuestas y Gramíneas; y casi todos los 530 del Apéndice, que dispuestos por familias naturales, se colocaron separados de los de la Flora de Santa Fé. Los de ésta los coloqué, según el Sistema Linneano, anunciando al Gobierno que su último arreglo sería por familias naturales.
Sabedor de que se habían perdido muchísimos objetos de otras expediciones semejantes, y deseando evitar sucediese oto tanto con los de la de Mutis, antes de entregarme de ellos, pedí al Gobierno, que el Capitán Don Antonio Van-Halen, me los entregase con toda formalidad bajo rigurosísimo inventario, y que asistiese a este acto otra persona inteligente. El Gobierno así lo mandó, y nombró al efecto al Dr. Dn. Simón de Rojas Clemente, Bibliotecario del real Jardín Botánico. El señor Van-Halen, aunque no es naturalista, es oficial de mérito distinguido, que se había educado en una de las escuelas de la Marina Real española, de donde pasó al Ejercito de tierra durante la guerra contra Napoleón; apreciaba mucho lo que con tanto cuido había traído, y tuvo la imponderable paciencia de asistir puntualísimamente a toda la entrega, auxiliándome no poco en la coordinación de los manuscritos.
Los inventarios están hechos con la mayor escrupulosidad; todas las hojas de los manuscritos están rubricadas por los tres; de manera que ni un solo dibujo, ni una cuartilla de manuscrito puede faltar sin que sea por culpa del encargado de ello. Otro tanto hice con la parte del herbario que yo pude colocar. Si algo faltare no será por falta de previsión al formar los inventarios, será por descuido o por inmoralidad del encargado, como sucede actualmente con los objetos correspondientes a las expediciones del Perú y Chile, y de la Nueva España.
Los estantes están pintados al ólio, tienen puertas dobles; además están forrados en hojalata por la espalda y por todos los costados para que los ratones no puedan jamás horadarlos. Los manuscritos y dibujos están además dentro de unas cajas bien cerradas que se embuten en nichos practicados al efecto en dichos estantes. El papel para el herbario es de folio mayor y de excelente calidad, hecho al efecto, y a toda mi satisfacción. La pieza o salón, es enjuto, y el más fresco de todos los edificios del jardín en el verano, en dicho salón hay una mesa suficientemente ancha y del largo del mismo salón, sobre la cual pueden compararse a la vez más de doscientos esqueletos de plantas.
Hecho el inventario de los dibujos, y casi para concluirse ya el de los manuscritos hice presente el Gobierno mis ocupaciones, le pedí un profesor que me auxiliase, proponiendo a Dn. Simón de Rojas Clemente y los libros necesarios para la publicación, y los antecedentes indispensables para formar la historia de la expedición. Se nombró a Clemente como yo pedía; pero sobre los libros y demás aún no se me ha contestado.
Ignoro si después de mi salida de Madrid el 4 de abril de 1823 habrá adelantado alguna cosa en los trabajos de esta expedición mi difunto amigo Dn. Simón de Roxas Clemente. Si algo ha hecho, seguramente será muy poco, ya porque este encargo lo miraba él como un estorbo que le impedía perfeccionar sus propias obras; ya por el estado valetudinario de su salud desde 1819, y ya porque desde la entrada del Exto. de Luis 18 en Madrid hasta el Septiembre de 1825 estuvo separado de su destino, y desterrado de la Corte por haber sido diputado en 1820 y 21. El conjunto de estas circunstancias, y el dolor que le causaría, como amigo que era de la libertad, el ver à su Patria sumergida en los horrores de la esclavitud, me persuaden tristemente que poco habrá adelantado. Quiera Dios que ahora haya pasado à manos más puras que las del malvado Pavón.
Cierro esta carta, asegurando à V. Que estoy firmemente persuadido que varios de los dibujos de las plantas publicadas por V. En sus obras tituladas Plantae aequinoctilales y Monographía Melastomae et Rhexiae son copias de los de la Flora de Bogotá, aunque por lo general más o menos recortados para acomodarlos al tamaño dela obra. Durante la vida de Mutis pudiera haber habido algún inconveniente en publicarlo así; pero ya desaparecieron semejantes motivos con su muerte; y no dudo, que si el hecho es igual yo lo concibo, V. lo publicará así, si es que ya no lo ha hecho en la Biografía de este sabio, que no he visto. En ello va un a parte de la gloria literaria de Mutis, y de su patria y la mía, cuyo gobierno facilitó a V. con generosidad poco común, los medios de aumentar la suya propia, que no creo se disminuya por semejante declaración.
Concluyo asegurándole a V. que no tengo inconveniente alguno en que se publique el contenido de esta carta y de la anterior, pues que el Gobierno español lejos de querer guardar secreto en esta parte, deseaba que la Europa supiese lo que contenían los 105 cajones llegados à Europa.
Suplico à V. Tenga la bondad de dar la correspondiente dirección à la adjunta carta que remito para el célebre profesor MR. Link, y aceptar un exemplar de mi Memoria sobre las Aparasoladas, aunque creo la remití à V. en 1825 con mi discípulo Dn. Tomas de Betancourt.
Deseo á V. un felicísimo viaje, y muchos años de vida para concluir sus nuevas obras. Vea V. en qué queda serle útil su afmo.
Q.B.S.M
Mariano La Gasca
P.S. Londres 25 de Julio de 1831
He tenido esta carta conservada, que no entregué à V. por haber llegado a su casa à poco de haber salido V. para el continente. Hoy mismo escribo al Sr. Link, y le incluyo los cuadernos que debía haber entregado à V. para él. Me dijo Vd. Que iba à publicar una Geografía vegetal bajo un plan distinto que el anterior. La ha publicado Vd.? Tengo algunas esperanzas de hacer algo en la Flora Española.
Sñor. Barón Dn. Alejandro de Humboldt

Cuadernos 17 La escarapela de Lagasca

Diccionario de la Real Academia Española.-"Divisa compuesta de cintas por lo general de varios colores, fruncidas o formando lazadas alrededor de un punto. Como distintivo, se coloca en el sombrero, morrión, etc. Se usa también como adorno".
*
Los liberales usaron en el siglo XIX, como distintivo, una escarapela de color verde. La escarapela que mostramos conserva ese color en el centro. Los colores blanco y azul pertenecen a la bandera de Encinacorba. Las cintas que cuelgan representan las dos dimensiones de Lagasca: aragonés por nacimiento y español por convicción. Lagasca rechazó los honores que le ofrecía la administración napoleónica y se enroló en el ejercito de patriotas, contrario a la invasión de la península por las tropas de Napoleón, para luchar por su liberación.

Cuadernos 16 Dos cartas inéditas de Lagasca

(Barón Alejandro de Humboldt)
*
DOS CARTAS INÉDITAS DE LAGASCA A HUMBOLDT
EN TORNO AL LEGADO DE MUTIS
*
Miguel Ángel Puig-Samper, J. Luis Maldonado
Instituto de Historia, CSIC, Madrid
Xosé Fraga
I.E.S. Monelos, A Coruña

RESUMEN
Antes de la partida hacia América, Alejandro de Humboldt se documentó sobre la historia natural americana y las expediciones científicas españolas. En el presente artículo, damos a conocer dos importantes cartas de Mariano Lagasca, que desde su exilio londinense, escribió a Humboldt en torno al legado científico de José Celestino Mutis y su llegada a España tras la intervención militar del general Morillo en Nueva España.
PALABRAS CLAVE
: Humboldt, Lagasca, Mutis, Londres, Nueva Granada.

ANEXO
CARTAS DE LAGASCA A HUMBOLDT (33)
(PRIMERA CARTA)

Londres 30, de Abril de 1827
25. Camden Place, Camden Town.
Señor Barón Dn. Alejadro de Humboldt.
Muy Señor mío, de mi mayor aprecio y respeto: no tengo inconveniente alguno en dar à V. Las noticias que desea à cerca de las cosas pertenecientes à la expedición botánica de Santa Fé de Bogota que estuvo a cargo del inmortal Dn. José Celestino Mutis, y que fueron traídas a Madrid en 1817 por el teniente Coronel graduado Dn. Antonio de Van-Halen, ayudante del general Dn. Pablo Morillo, de cuya orden fueron traídas à Europa.
En el mismo Palacio del Rey, y por orden verbal de S.M. se me entregaron el día tres de octubre de dicho año, ciento y cinco cajones, de los cuales diez y ocho, que contenían minerales y antiguedades, y creo que también un paquete de dibujos de insectos, fueron conducidos inmediatamente al Gabinete de Historia natural de Madrid, y los ochenta y siete restantes se llevaron al Jardín botánico, juntamente con el inventario de lo que contenían todos, formado en Sta. Fé de Bogota por Dn. Sinforoso Mutis, sobrino del difunto Dn. José Celestino, à quien encargó este trabajo y la colaboración en todo el mismo general Morillo, que lo había indultado de la pena de muerte en atención à la buena memoria de su tío, según así me dijo el general Dn. Pasqual Henrile (sic).
Todos los cajones llegaron en el mejor estado, y sin haber recibido daño alguno en todo el viaje. Doce de ellos vinieron llenos de dibujos, cuyo número total ascendió à seis mil novecientos sesenta y nueve, aunque en el inventario solo se mencionaban unos cinco mil docientos. Los seis mil, poco mas ò menos, de dichos dibujos están ejecutados en papel folio mayor de exquisita calidad; quinientos noventa en papel mas reducido son copias de estampas publicadas en diferentes obras; y como unos trescientos, en folio regular, representan únicamente la fructificación de varios géneros. De los primeros seis mil la mitad están en negro, y la otra mitad magníficamente iluminados; y habiendo para cada planta un dibujo en negro y otro iluminado, se deja ver que los seis mil solo representan unas tres mil especies diversas de plantas.
Hay una cantidad muy considerable de manuscritos, y se puede decir que los Diarios de los viajes de Mutis, escritos todos de su propia mano, forman una gran parte de la colección, y además me acuerdo en globo de los siguientes:
1º . Quinología; ò sea, tratado de la quina. Este manuscrito forma un gran tomo en folio, y está precedido de un Prólogo, escrito por Dn. Sinforoso Mutis, á quien parece encargó la publicación de esta obra el Gobierno de la república de Cundinamarca. Venían dos copias en limpio de este manuscrito, y de los dibujos correspondientes à el, que eran ciento veinte y dos, ò sea, sesenta y uno duplicados, mitad en negro y mitad iluminados, los cuales representan siete especies de quina, y diferentes variedades de las mismas, según el modo de ver del autor.
2º. Varios informes sobre el cultivo, recolección, conservación y comercio de las quinas.
3º. Diferentes traducciones de varias obras publicadas, como son Tableau du Regne vegetal de Ventenat, del Genera Plantarum de Jussieu, y de la Geographie vegetale de Humboldt.
4º. Un Diccionario botánico, es decir, de las palabras técnicas de la Botánica.
5º. Varios legajos de caracteres genéricos naturales, copiados de diferentes obras publicadas después de la muerte de Linneo, como son las de Cavanilles a L´Heritier, Vahl, Ruiz y Pavón, Schreber, y otros. En mi concepto son materiales que recogía para formar un Genera Plantarum.
6º. otros muchos legajos de caracteres genéricos naturales escritos en lenguaje de Necker.
7º. Algunos cuadernos de caracteres genéricos diferentes, dispuestos según el sistema sexual Linneano; escritos en latín, como los de los núms.. 5º y 6º.
8º. Como unas cuatrocientas descripciones de plantas, en borrador, escritas en latín.
9º. Algunos informes sobre Minas.
10º. Diferentes Legajos de minutas de oficios y representaciones.
11º. Varios legajos de cartas de algunos sabios, de discípulos y amigos.
12º. Varios papeles sobre gastos domésticos.
13º. Varios cuadernos de observaciones astronómicas.
14º. Algunos manuscritos de su sobrino Dn. Sinforoso, y otros del malogrado Dn. Francisco José de Caldas.
15º. Otros legajos, que contendrán noticias interesantes para la historia civil y política moderna del virreinato de Sta. Fé y que supongo habrán sido ya remitidos à la Secretaría de estado correspondiente.
El Herbario ocupaba unos sesenta cajones, de los cuales solo llegué à abrir seis ò siete. Dos de éstos contenían muestras de quinas bastante repetidas; uno Gramíneas, Cyperoideas, y Juncaceas; otro compuestas, otro especies de géneros de diversas familias; y otro casi enteramente de plantas europeas.
Cuando se abrieron todos los cajones e el Palacio del Rey, para que S.M. viese lo que contenían, observé uno ò dos cajones llenos de esqueletos bien conservados de Melastomas y Rhexias, correspndientes sin duda à la magnífica colección de dibujos que venían de las numerosas especies de estos dos géneros.
En estos cajones ni un solo ejemplar vi denominado completamente; à lo más tenía alguno de ellos un papelito con un número ò con un nombre vulgar, y muy rara vez el nombre genérico: solo las plantas europeas estaban denominadas por los sujetos que se las enviaban. Los insectos habían causado algún estrago en la fructificación de varios esqueletos de las compuestas, los demás estaban muy bien conservados, y es de presumir que los restantes, que yo no tuve tiempo de ver se encontrarán en el mismo buen estado.
No me acuerdo cuántos sean los cajones con frutos y semillas que llegaron; yo solo registré uno, y observé que ni las simientes ni los frutos venían denominados.
Hay cuatro ò cinco cajones con muestras de maderas, que contendrán, en mi juicio, más de mil quinientas muestras diferentes, todas numeradas, cuyo catálogo no se había encontrado.
Tampoco me acuerdo fijamente del número de cajones en que venían las raíces, cortezas, gomas y demás productos de la vegetación; pero me parece que no pasan de cuatro ò cinco.
Así pues, sabiendo de cierto que los dibujos ocupaban doce cajones, y estando casi cierto que las maderas ocupaban cuatro de los mismos; los manuscritos otros cuatro; los frutos y semillas tres; las raíces, cortezas etc. cuatro; resulta que el herbario ocupaba sesenta cajones de los ochenta y siete que se me entregaron.
Comparando este sucinto resumen con la relación que inserto en las páginas 28 y 29 del segundo tomo de los Anales de ciencias naturales de Madrid el célebre Cavanilles, por noticias que le había dado Dn. Francisco Antonio Zea, discípulo de Mutis, se deja ver que faltan bastantes manuscritos, y los dibujos pertenecientes à la zoología de la Nueva Granada. Sujetos muy fidedignos me aseguraron haber leído en casa del mismo Mutis la obra manuscrita de éste sobre las Hormigas, y puedo asegurar à V. que habiendo registrado los manuscritos, que llegaron a Madrid, hoja por hoja, ni una sola línea he encontrado que hablase de este asunto.
También se echa de ver una notable diferencia en el número de dibujos, y mucho mayor aún en el de las descripciones que Zea hace subir à cuatro mil, y que yo creo muy verosimil fuesen al menos tantas cuantas son las diferentes especies de plantas que representan los dibujos.
Acuérdome haber visto entre los manuscritos de Muris un papel escrito por su sobrino Dn. Sinforoso, el cual se lamentaba de la pérdida de varios manuscritos, y esqueletos de plantas, y echa la culpa a un sujeto, (que no nombra) de quien dice hacía la mayor confianza su difunto tío. Lo cierto es que faltan la descripciones de diferentes plantas que él remitió a Linneo, y fueron publicadas por el hijo de éste en su Supplementum.
Lo voluminoso de los diarios de Mutis, escritos enteramente de su propio puño; las observaciones varias que se ven en ellos apuntadas, muy conforme a la vasta extensión de conocimientos que poseía; y el número y exactitud de los dibujos, manifiestan claramente en mi concepto que acumulaba materiales para escribir muchos volúmenes sobre diversas materias, y habiendo disfrutado de una larga vida, y de medios suficientes para extender sus observaciones; es muy probable que los escribió con efecto, y que por los sucesos políticos que sobrevivieron a su muerte, han desparecido muchos de ellos.
Esto mismo me parece que se infiere de la carta de V. escrita desde méxico al difunto Cavanilles, cuyo extracto se encuentra en el tomo sexto de los Anales de Ciencias naturales de Madrid.
Me parece no se disgustará V. de ller un pequeño bosquejo de lo acaecido respecto de esta colección desde su llegada a Madrid. Apenas me restablezca lo extenderé con mucho gusto y se lo remitiré a V. Entretanto queda de V. como siempre su muy afecto Señor.
Q.B.S.m. de V.
Mariano La Gasca
Señor Barón Don Alejandro de Humboldt
(33) Academia de Ciencas de Berlín-Brandenburgo, Archivo de Alexander von Humboldt, Diario VII, b y c, 289V-300R
Hasta aquí la primera carta.

lunes, 19 de octubre de 2009

Cuadernos 15 II REUNIÓN DE BOTÁNICA PENINSULAR

Casa natal de Lagasca y placa que se colocó en su fachada con motivo de la II Reunión de Botánica Peninsular, 16 -30 de junio 1955.
*
II REUNIÓN DE BOTÁNICA PENINSULAR (16-30 JUNIO DE 1955)

En el mes de julio de 1948 se celebró en la Sierra de Gerés (Portugal) la Primera Reunión de Botánica Peninsular, a la que asistieron numerosos botánicos portugueses y españoles. Entre los acuerdos adoptados con motivo de dicha Reunión figuró el (que debieran repetirse tan fructíferos contactos entre los colegas de ambos países, y decidióse, por tanto, celebrar la II Reunión en Es- paña. Diversas causas motivaron el retraso de la organización de esta Segunda Reunión en nuestro país (entre ellas la celebración de la X Excursión Internacional de Fitogeografía, en 1953, y el VIII Congreso Internacional de Botánica en París, en 1954), hasta que, finalmente, pudo realizarse en Aragón, del 16 al 30 de junio de 1955, aprovechando la estancia de nuestros colegas portugueses, para rendir, al mismo tiempo, un homenaje a los botánicos de la región aragonesa, que tanto han contribuido al progreso de la ciencia botánica española. Sin perjuicio de que, en su. momento oportuno, sea publicado un volumen con los trabajos y resultados de esta Segunda Reunión, no queremos dejar de resumir en breves palabras en qué consistió ésta.
A las tres de la tarde del jueves 16 de junio, salió de Madrid el autobús que conducía a la mayoría de los participantes, haciendo el viaje hasta Calatayud, donde se celebró una sesión de homenaje a los botánicos D. Benito Vicioso, natural de dicha ciudad, Lázaro Ibiza y Calavia, naturales de Aranda del Moncayo Intervinieron el Dr. D. José Galindo, en representación del Centro de Estudios Bilbilitanos ; D. Carlos Vicioso (hijo del primer botánico homenajeado), y varios de los participantes en la Reunión, cerrando el acto el Alcalde de la ciudad con unas palabras.
Al día siguiente, los participantes dedicaron la mañana a realizar una excursión al cercano Monasterio de Piedra, continuando el viaje por la tarde a Ejea de los Caballeros. En esta pobla ción se permaneció durante los días 18, 19, 20 y 21 de junio, alternando sus actividades los botánicos entre excursiones por tierras de las Bárdenas y coloquios, en los que se trataron diversos temas científicos relacionados con la región a estudiar. Merece destacarse la discusión sobre la presencia de Salsola vermiculata («sisayo»)
en las zonas altas de la Loma Negra, así como la enumeración y discusión sobre algunas plantas forrajeras encontradas. También destacaron la disertación del Prof. Bolos, sobre la vegetación de las zonas esteparias de Aragón, y del Dr. González Guerrero, sobre algunas especies de algas del género Cladophora. El martes, 21 de junio, extendieron más sus actividades, realizando una ex- cursión hasta Sos del Rey Católico, recolectando numerosas especies y tomando datos geobotánicos de tan interesante región pirenaica.
El miércoles, 22 de junio, se visitaron las zonas de nuevos regadíos de la provincia de Huesca, pasando por los pantanos de Ardisa y de la Sotonera, marchando a Barbastro y Binéfar, donde pernoctaron después de una cena en la que se dedicó un recuerdo al botánico Pamo. Al día siguiente, después de pasar nuevamente, por Barbastro, continuaron viaje hasta Bielsa, con algunas detenciones para herborizaciones y estudios, y allí se pernoctó, celebrando un pequeño acto de recuerdo al botánico Campo, que allí residió.
Salieron de Bielsa los participantes el viernes, día 24 de junio, y pasando por Sariñena se dedicó un recuerdo al botánico Lasarre, entraron en Huesca, en donde pernoctaron, después de haber sido invitados a una cena por el excelentísimo señor Gobernador Civil. El sábado, día 25, salieron de Huesca, y después de pasar por Zaragoza, llegaron hasta el pueblo de Encinacorba, donde se trataba de celebrar un homenaje al botánico D. Mariano Lagasca y asistir a la colocación de una placa en su casa natal, ofrecida por el Colegio Provincial de Médicos de Zaragoza. Por la tarde, después de almorzar en Cariñena, herborizaron en el puerto de Paniza, llegando después a pernoctar a Daroca.
El domingo, día 26, se dedicó la mañana al descanso en Daroca, y por la tarde se continuó el viaje para Albarracín, donde se conmemoró en un acto al botánico D. Bernardo Zapater, que allí residió toda su vida. Continuaron luego viaje a Teruel, donde pernoctaron. A las once de la mañana del siguiente día se celebró en la misma ciudad el acto de inauguración de los Jardines de los Botánicos Aragoneses, ante los monumentos a Lóscos y a Pardo allí instalados, con asistencia de las autoridades, y después se celebró una comida ofrecida por el Presidente de la Diputación. Por
la tarde se celebró un acto académico en el salón de actos de la Biblioteca pública, en el que diversos oradores recordaron a los botánicos turolenses, cerrando el acto el Gobernador Civil con unas palabras.
Se, continuó el viaje el martes, día 28, para llegar a Segorbe, con detención en el puerto de Escandón para herborizar. En Segorbe se trataba de asistir al acto de colocación de una placa en la.casa donde vivió el botánico D. Carlos Pau, y la inauguración de unos jardines dedicados a su nombre, donde adeniás se ha instalado un busto del botánico; todo ello se realizó en medio de un gran gentío, que se congregó para honrar a su ilustre paisano; después se celebró un acto en el teatro, en el que disertaron sobre la vida y obra del gran botánico los Dres. Losa España y Font Quer, celebrándose a continuación una comida en el Ayuntamiento, terminada la cual salieron los participantes para Alcalá de la Selva, donde pernoctaron y permanecieron todo el día siguiente, realizando herborizaciones por la Sierra de Gúdar.
El jueves, día 30 de junio, realizaron viaje a Zaragoza con algunas detenciones, especialmente en Alcañiz. Y el día 1 de julio se celebró en Zaragoza un acto final en el salón de actos de la Aca- demia de Medicina, con intervención de varios de los componentes de la Reunión, y terminando con unas palabras del Gobernador Civil.
Y con ello se dio por terminada la II Re'unión de Botánica Peninsular, marchando los participantes a Madrid para regresar a sus puntos de origen. Entre los acuerdos adoptados figura el publicar un volumen en el que figuren los diversos trabajos resumen de las investigaciones realizadas por los asistentes, con el catálogo de las plantas recolectadas, así como celebrar la próxima Reunión en Portugal en fecha no fijada todavía.
Asistentes portugueses:
Dr. D. Joao Amaral Franco (*).
Dr. D. Joao de Barros Neves.
Dr. D. Ruy Telles Palhinha y señora.
Sr. D. Antonio Pinto da Silva.
Dr. D. Arnaldo Rozeira.
Sr. D. Aníbal. Concepción Santos (coléctor).
Dr. D. Carlos das Neves Tavares y señora.
Dr. D. Joáo de Carvalo Vasconcellos (*).
Asistentes españoles:
Dr. D. Enrique Alvarez López (*).
Sr. D. Luis Aterido (colector) (*).
Dr. D. Oriol de Bolos Capdevila (*).
Dr. D. José Borja Carbonell.
Sr. D. Manuel Calduch Almela "(*).
Dr. D. Fernando Camara Niño.
Sr. D. Antonio Casallo Gómez (*).
Dra. D.a Cruz Casas de Puig (*).
Dr. D. Cayetano Cortés Latorre.
Dr. D. Emilio Fernández Galiano.
Dr. D. Pío Font Quer (*).
Dr. D. Pedro González Guerrero.
Sr. D. Miguel Hycka Maruniak.
Dr. D. Manuel Jordán de Urríes.
Dr.-D. Mariano Losa España (*)..
Dr. D. Agustín Monasterio Fernández.
Dr. D. Pedro Montserrat Recoder.
Sr. D. Víctor Moreno Márquez.
Dra. D.a Elena Paunero Ruiz.
Dr. D, Salvador Rivas Goday.
Sr. D. Antonio Rodríguez Martínez (coléctor).
Sr. D. Carlos Vicioso Martínez.
Asistieron también como invitados, con carácter excepcional, los Profesores italianos Dr. Beniamino Peyronel y señora y Doctor Francesco Sappa y señora.
Los asistentes marcados con (*) estuvieron presentes solamente en una parte de la Reunión.—E. F. GALIANO.
ACLARACIÓN SOBRE Tanacetum flaveolum
El Prof. Sr. A. R. Pinto da Silva, de la Estación Agronómica de Sacavém, nos ruega la publicación de la siguiente nota:
«A combinaçao Tanacetum flaveolum, baseada em Pyrethrum flaveolum Hoffmansegg et Link, foi feita já em 1940 (Janeiro) por Rotmaler no Index Seminum quae Statio Agronómica Nationalis Lusitaniae... etc. duma maneira válida e tem, portanto, prioridades de quinze anos sobre a que o Sr. Heywood apresenta como nova a páginas 361 do vol. 2 (1954) dos Anales del Instituto Botánico A. J. Cavanilles da superior e douta direcqáo de V. Exa.
Ao contrario do que o que o Sr. Heywood pretende que aconteceu corn as «Cartas á un botánico» do insigne botánico do Espanha que foi Carlos Pau, o Index Seminum ácima citado foi exclusivamente distribuido aos Institutos Botánicos e Instituiçoes congéneres de "todo o mundo.»

ECONOMÍA AGRARIA, por Fernando Martín-Sánchez Julia y Manuel Mª de Zulueta. Un tomo de 460 páginas ilustrado con 69 grabados y 27 gráficos. Tela. Colección Agrícola Salvat.

Una obra magnífica sobre Economía agraria —la primera, además, publicada modernamente en España— es la que con este título acaba de editarse debida a las autorizadas plumas de D. Fer- nando Martín-Sánchez Julia y D. Manuel M.» de Zulueta. Documentada, moderna, completa y escrita con extremada claridad, en ella se estudian todos los aspectos económicos de la agricultura, tanto desde el punto de vista de la empresa agrícola, como dentro del marco general de la economía de la Nación.
Queda con ello dicho que es obra igualmente útil para el agricultor y propietario, que hallarán en ella estudiados todos los problemas económicos que les son privativos, como para los agrónomos, economistas, estudiantes y rectores de la agricultura nacional. Constituye, ciertamente, una valiosísima aportación a nuestra bibliografía agraria, que rendirá útiles servicios a cuantos en alguna forma se hallan relacionados con la Agricultura y su economía.
Su índice de capítulos recoge en ]&• Introducción del concepto de la economía agrícola. La economía dé la Empresa Agrícola, los factores de la producción, el factor tiempo, la tierra y sus mejoras, los edificios, la implantación de regadíos, el trabajo humano, la seguridad social en el campo, el capital, la fertilización del suelo y su coste, los sistemas de cultivo, los planes de explotación, los mercados, etc., son tratados en los capítulos de su primera parte. La segunda parte pasa al ámbito nacional y trata de la economía agrícola en la Nación, la población la educación de los campesinos, el paro en el campo, la propiedad y los diversos sistemas de explotación de la tierra, la reforma agraria y la colonización, la inversión de capitales en el campo, la venta de los productos agrícolas, la intervención del Estado y la planificación económica. La tercera parte es un catálogo estructural de política .económica, donde en cada uno de los capítulos va tratando del trigo, los demás cereales, la vid y el vino, el olivo y el aceite, los frutales, el azúcar, tubérculos y bulbos, plantas textiles, el tabaco, la ganadería, etc.
Acaba la obra con unas sutilísimas tablas de conversión de medidas métrico decimales, medidas antiguas españolas y medidas del sistema anglosajón. Será útilísima a todos esta parte de la obra, porque les facilitará cuantas operaciones necesiten realizar en cálculos de presupuestos, extensiones, precios, ete. —C. S.

NOTA NECROLÓGICA
Prof. Dr. Francesco Sappa
Estando ya ultimados estos ANALES, y dispuesto su cierre, llega a nosotros la triste noticia de la muerte del Prof. Sappa, del Instjf'uto Botánico de la Universidad de Twin (Italia), acaecida el 3 de enero de 1957. tras rápida enfermedad. Los vínculos que unían al sabio botánico italiano con nuestro Instituto, hacen que no podamos pasar por alto el pergeñar esta corta nota necrológica, impuesta por la premura del tiempo, aun cuando sea nuestro propósito en el futuro el hacer una descripción más detallada de la fecunda labor del fallecido profesor.
Desde que, en el año 1950, realizó una larga excursión por España, en la que estableció contacto con nosotros, sus relaciones con el Instituto fueron ininterrumpidas, debido en gran parte a la simpatía y cariño que sentía por nuestra patria. En 1953 tuvo destacada participación en la «X Excursión Internacional de Geobotánica», celebrada en nuestro país, y fruto de sus observaciones fueron sus trabajos.: Sulla posisione del Quercetum lusitanicae nella vegetazione foréstale Spagnola (Die Pflanzenwelt Spaniens, Verof. Geobot. Inst. Rübel, 164-177, 1956), y Contñbuto all'inter- pretasione delia vegetasipne dei Monegros, este último en colaboración con S. Rivas Goday (Allionia, 1: 1-31, 1954).
Su último contacto directo con nosotros fue en junio de 1955, cuando asistió especialmente invitado a la I I Reunión de Botánica Peninsular, recolectando material para el estudio de hongos terrícolas, en cuya especialidad trabajaba activamente en la actualidad, como miembro del «Centri di Studio per la Micología del terreno», encuadrado en el Instituto Botánico, al cual pertenecía.
Gran conocedor de su región natal piamontesa, había también viajado por varios países, mereciendo especial mención su expedición a Somalia en 1952-53. Era autor de.numerosos trabajos científicos sobre Fisiología, Micología, Sistemática y, sobre todo, Ecología y Fitogeografía, con magníficos trabajos geobotánicos, siguiendo el método de grados de vegetación de Schmid, al cual seguía en sus trabajos.
Su intelige'nciá y su extrema bondad hacían que fuese querido de todos cuantos le conocían, y su muerte en plena juventud constituye, sin duda, una gran pérdida para la ciencia botánica italiana.
Descanse en paz tan querido amigo y colega.—E. F . GALIANO.

domingo, 18 de octubre de 2009

Cuadernos 14 La botánica en el exilio... (Continuación)

LA BOTÁNICA EN EL EXILIO.
MARIANO LAGASCA Y EL HORTUS SICCUS LONDINENSIS (1827)*
José Luis Maldonado Polo
Dtº Historia de la Ciencia. Instituto de Historia (CSIC).*
*
LAGASCA EN INGLATERRA
(Continuación II)

La primera de ellas ya la había traducido Lagasca en Madrid en 1816 y 1817. En una carta, en latín, que envió a Decandolle, desde Londres el 10 de agosto de 1830, traducida al inglés y al español y reproducida por Constance y Rodríguez (1975, 140-142 y 143-146), que básicamente además de referirse a cuestiones personales, consiste en una serie de comentarios sobre la memoria de las umbelíferas y la Teoría elemental. En ella le informaba que había hecho, al parecer en “Gabstol”, Gibraltar según los traductores, la versión al español de la “Glosología” y que hacía seis meses que había reanudado ya en Londres de nuevo esta labor sobre la obra, rectificando bastante el texto, especialmente el capítulo 2 en que se trata de términos organográficos y otras innovaciones recientes en la actualidad que debieran contemplarse. Igualmente añadió otras novedades al capítulo 1, propias del idioma español, que le parecían enriquecedoras para el texto botánico, de manera que por todo lo que se ve más que una traducción, como le comenta a Decandolle, se trataría de un libro, tal vez elemental pero propio y nuevo, por lo que se publicará con su nombre si el destino se lo permite, para lo cual le solicitaba su permiso, como ya había hecho su hijo Alfonso.
Por tanto su propósito en Londres fue de nuevo resolver el fallido intento de publicación en nuestro idioma e ilustrarla con los dibujos y ejemplos necesarios pero cambiando el orden con el que figuraba en el texto original. En primer lugar mandó al impresor las partes de la taxonomía y la fitografía a las que añadió bastantes ejemplos y algunas notas, especialmente a la segunda de ellas, a la que agregó un catálogo conteniendo los órdenes naturales que Decandolle había publicado en el volumen 3 del Prodomus Systema Naturae y también los caracteres ordinales y genéricos de las ranunculáceas, para que sirvieran como normas a los discípulos, de manera que su obra así ampliada aclarase sus propios ejemplos. Sin embargo, pese a todo el esfuerzo, Lagasca nada pudo conseguir y la traducción de la obra nunca se publicaría en español.
Es encomiable el sentido patriótico de Lagasca al reivindicar el valor de la ciencia nacional, a propósito de las alabanzas que Decandolle dedicó en su Teoría elemental, a los afamados dibujantes de plantas, Poiteau y Turpin, sobre las que él dedica esos elogios a los artistas que enriquecieron la obra de Mutis, como atestiguan las láminas de Plant. Aequinoct y Monogr. de Rhexia y Melastoma, escogidas de las láminas de Flora Bogotensis conservadas en el Jardín de Madrid (Constance y Rodríguez, 1975, 145).
En otro orden de ideas se le brindó la oportunidad de formar parte de la redacción de la revista Botanical Register pero su desconocimiento, por entonces, del inglés le impidió asumir la propuesta. Se le encargó de terminar la Flora Graeca con los materiales que John Sibthorp había colectado, pero la desaparición de Smith, su gran valedor, se prefirió por razones legales a testamentarias a su compatriota John Linfley (Yánez, 1842, 43 y 44; Britten, 1924, 348).
En Londres también colaboró en el Diccionario Español-Inglés de Neuman, Baretti y Seoane, de gran éxito editorial, relativo a las artes, ciencias, manufacturas, comercio, navegación, etc., para el que Lagasca redactó un “Glosario de términos botánicos”. En una de sus muchas ediciones, copilada y revisada en exclusiva por Mateo Seoane a propuesta de sus propietarios originales, incluyó un gran número de términos que mejoraron notablemente esas voces científicas, gracias a definiciones más claras y precisas, sobre todo en medicina y ciencias naturales. Seoane en el “Prefacio” afirma que su intimo amigo y compañero Mariano Lagasca le hizo componer de nuevo todo lo perteneciente al reino vegetal, encargándose él mismo de ese cometido.
Este reconocimiento de Seoane hacia Lagasca lo hizo también extensivo a sus amigos Joaquín Villanueva, Pablo Mendibil y Vicente Salvá, por la ayuda que le prestaron en la edición y sobre todo a este último que colaboró en la revisión y corrección del texto y a quién se debió la perfección tipográfica del Diccionario (Seoane, 1867, V-X).
Además Lagasca en su etapa londinense difundió también el estado de la botánica y la agricultura española redactando artículos que se publicaron en el Gardener´s Magazine entre 1826 y 1828. En el primero de esos años apareció el “Sketches of the botanical, horticultural, agronomical and rural circunstances of Spain” dedicado casi por completo a la historia y descripción del Jardín Botánico de Madrid, que había estado bajo su dirección desde 1816 hasta 1823, y en que vertía grandes elogios a la institución científica madrileña, al afirmar que era uno de los mejor dotados de Europa en su tiempo (Lagsca, 1826). En los dos años siguientes compuso “On the gardening and Botany os Spain”, que dividido en dos partes, dedicó principalmente a los jardines botánicos en general y a los “pleasure gardens” (jardines de recreo), con instructivos comentarios muy útiles para el naturalista y también para el historiador. El contraste entre la relativa prosperidad española del siglo XVIII y la extrema pobreza del XIX se refleja también en sus jardines y así lo expresó Lagasca; el jardín de Cádiz era un ejemplo de esa decadencia por su abandono en los últimos lustros de lo que iba de siglo (Lagasca, 1827, 1828).
En los últimos números del Repertorio Americano, de abril y agosto de 1827 publicado en Londres, aparecen artículos de Lagasca, junto con los de su fundador, el latinoamericano Andrés Bello y los de los emigrados españoles Mendibil y Salvá. De Lagasca es la traducción y las notas de un fragmento de una obra, en latín, del viajero alemán, Doctor C.F.P. de Martius sobre plantas medicinales de Brasil. La traducción del relato del viaje, realizado entre 1817 y 1820 por el co-director y segundo conservador del Jardín Botánico de Munich, quedó inconclusa por la desaparición de la revista, pero Lagasca la reanudó en el tomo III del nuevo repertorio que con el título de Miscelánea Hispano-Americana de Ciencias, Literatura y Artes, continuó editándose (Lagasca, 1973).
La vida en Londres era muy cara para muchos de los exiliados españoles y Lagasca recibió a través de Blanco White un donativo en 1826 para paliar su precaria economía (Llorens, 1868,59). No obstante su apurada situación le llevó al extremo de tener que desprenderse de su ya escaso patrimonio científico, tras la pérdida de sus materiales en Sevilla.
Un hecho que confirma este penoso episodio lo confirma la venta, en 250 libras, que ofreció al duque de Bedford de los seis volúmenes de láminas coloreadas que forman el Herbarium Pictum Hispanicum, cuya utilidad para él era grande por servirle de referencia básica en su proyecto sobre la Flora española. La obra, con 1.383 dibujos iluminados de plantas principalmente europeas y algunas africanas, americanas y asiáticas, se la compró Lagasca a la viuda del conde de Casa Valencia en 1820, según se desprende de un borrador de carta que dirigió al duque de Bedford, escrita con toda seguridad en 1827 y que se conserva incluida en el Tomo I del Herbarium Pictum, transcrita y reproducida por Eduardo Reyes Prósper (1917, 231 y 232).
Parece que la venta finalmente no se llevó a cabo, ya que en el catálogo de 1829 de los libros que V. Salvá ofrecía al público en su librería londinense por un precio de 140 libras, la obra, que incluía un 7º volumen de texto manuscrito, aún figuraba, con el número de registro 3237, como perteneciente a Lagasca. Podemos aventurar que en esta fecha tampoco se vendió la obra y es muy probable que viniera a España con el mismo Lagasca después de 1834, aunque como señala Colmeiro en 1858 se desconocía su paradero (Colmeiro, 1858,73), pudiendo haber pasado en este intervalo de tiempo a Málaga, ciudad a la cual llegaron de forma un tanto extraña algunos materiales botánicos y libros del botánico aragonés (Baguena, 1958), si bien en la actualidad se encuentran formando parte del patrimonio científico del Jardín Botánico de Madrid.
Las penurias continuaron en los años siguientes y unos meses antes de su traslado a Jersey volvió a intentar vender sus pertenencias, herbario, libros, etc., y sacar algún provecho de sus conocimientos mediante la publicación de algún tratado sobre agricultura o medicina (13). Pero estas iniciativas no fueron capaces de solventar las dificultades económicas, como lo pone en evidencia el que, ya residiendo en Saint Heliers, en Jersey, solicitara para su hijo Juan “la gracia concedida a los mayores de 15 años, cumplidos, incluyéndolo por separado en la Lista de S. Gr. Sr. Duque de Wellington, con el socorro mensual de 48 chelines”. La solicitud aludía a las ayudas que el gobierno inglés le prestó “proporcionando escuela gratuita a sus dos hijos menores Juan y Francisco” mientras permanecieron en Londres (14).
En esas mismas fechas recibió algunas ofertas esperanzadoras que le permitieran afrontar su situación. El químico y farmacéutico Andrés Alcón, amigo de Lagasca y compañero de exilio en Inglaterra, (estuvo en Edimburgo y en Londres donde probablemente pasaron mucho tiempo juntos), le informó, desde París donde se encontraba entonces de la posibilidad de trasladarse ambos, junto a otros también expatriados como Flores Estrada y Puigblac a Guatemala, donde el futuro presidente de esa república les proporcionaría unas buenas condiciones de vida (15); sin embargo ni uno ni otro aceptaron la propuesta y continuaron en sus lugares de acogida hasta su retorno a España.
Lagasca residió durante sus últimos años en Londres en el nº 15 de la calle Jonson, en Somers Town (barrio español en Londres, cerca de Easton Square y la iglesia de San Pancracio-Kings Cross en la actualidad), pero el catarro crónico que padecía y el clima frío y triste de Londres le impulsaron a trasladarse al más suave de la isla de Jersey (169, en donde permaneció desde 1831 hasta 1834. En este sentido su decisión estaba precedida por la marcha de Londres de muchos de sus compañeros de exilio. Se sabe que a finales de 1825 y principios de 1826, unos cuatrocientos emigrados, cerca dela mitad dela colonia de Somers Town, se desplazaron a Jersey en el Canal de la Mancha, atraídos por la abundancia y baratura dela vida y por el clima. Casi todos se establecieron en el pueblo de Sainé Helare, donde pudieron dedicarse al cultivo de la tierra y al ganado vacuno (Llorens, 1968, 46).
Lagasca lo hizo en octubre de 1831 y unos días antes enviaba su equipaje, veinticuatro cajones de libros y materiales científicos, en el barco “The Marys” a través del agente de negocios y notario, Lewis Wilson, como encargado del traslado (17).
Recorrió la isla herborizando, examinó los cultivos de gramíneas y asesoró a los propietarios de las fincas y granjas; este el caso de su amigo el coronel John Le Couteur, a quién ayudó a mejorar las castas de cereales. Recompuso algunos escritos de la Flora española y formó un nuevo herbario de fanerógamas y helechos de la isla y un catálogo de sus especies en el que indicaba sus localidades de recolecta y curiosas observaciones, que hubieran sido suficientes para redactar la Flora de Jersey.
Durante su estancia en Inglaterra algunas corporaciones científicas europeas le distinguieron con diversos honores: miembro honorario de la Sociedad botánica de Ratisbona (Baviera) (21-IX-1824), corresponsal de la Real de horticultura de los Países Bajos (17-I-1828), corresponsal de la Linneana de Estocolmo (31-III-1832) y socio honorario de la Real Academia Irlandesa, (24-VI-1833) (Yánez, 1842, 42-47). La Sociedad de Horticultura y Agricultura de Jersey, de la que era secretario Le Couteur, le nombró miembro honorario el 31 de agosto de 1833 (18).
Al igual que ocurrió con otros botánicos españoles como Cavanilles, Carlos Gimbernat, Palau o Pavón, los botánicos ingleses le facilitaron su nombramiento como miembro de la Sociedad Linneana de Londres el 21 de diciembre de 1831, eximiéndole del pago de cuotas y derechos de entrada, que en sus circunstancias no hubiera podido pagar. Sociedad a la que Lagasca deseaba pertenecer desde mucho tiempo atrás, como se lo manifestó reiteradamente al embajador en Inglaterra (19) y a otros compatriotas que se encontraban en Londres en 1819 y 1820, insistiéndoles en su petición para que intercedieran en el momento que se produjera alguna vacante (20).
Para Colmeiro “Lagasca digno sucesor de Cavanilles, fue el primer botánico de nuestro siglo y el único que durante muchos años sostuvo en el mundo científico el honor de la Botánica española” y fue condecorado con la Orden de Isabel la Católica (Colmeiro 1858, 195).
EL HORTUS SICCUS LONDINENSIS (HSL)
(Continuará)

viernes, 16 de octubre de 2009

Cuadernos 13 La botánica en el exilio... (Continuación)


LA BOTÁNICA EN EL EXILIO. MARIANO LAGASCA Y EL HORTUS SICCUS LONDINENSIS (1827)
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José Luis Maldonado Polo
Dtº Historia de la Ciencia. Instituto de Historia (CSIC).
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LAGASCA EN INGLATERRA
(Continuación I )
Como acabamos de ver varias fueron las iniciativas y proyectos científicos culturales en los que intervino nuestro botánico durante sus casi once años de exilio en el reino Unido. Dada la relevancia que tenía Inglaterra en el contexto de la ciencia moderna desde los comienzos del siglo XIX, Lagasca, antes de su traslado forzoso, ya mantenía ciertos contactos epistolares con algunos científicos ingleses, que le ponían al corriente de las novedades científicas de la época, en los que mediaba de forma oficial el duque de San Carlos, a la sazón embajador de Madrid en Londres en esos años.
A este respecto ya en 1815, cuando acababa de ser nombrado director del Jardín Botánico de Madrid y el centro pasó a depender de la Junta de protección del Museo de Ciencias Naturales, Lagasca, para completar su Biblioteca con las obras científicas de las que carecía, sugirió al Secretario de Estado, Pedro Ceballos, su adquisición en Londres junto a varios instrumentos científicos imprescindibles para el Jardín(1).
Con estos precedentes, comentaremos a continuación las circunstancias que llevaron a Lagasca al exilio y algunos otros pormenores de su forma de vida en el núcleo de expatriados españoles de la capital londinense y las diversas actividades científicas en las que participó.
Con el triunfo de las tropas del duque de Angulema en España se produjo la restuaración del absolutismo por Fernando VII y la consiguiente emigración de los diputados liberales. Durante los años del Trienio Liberal, Lagasca fue Diputado a Cortes por Aragón, participando en varias comisiones sobre temas relacionados con las ciencias naturales y sanidad (Maldonado, 2003).
Como consecuencia de esa actividad política tuvo que abandonar España, quedando interrumpidos tanto sus trabajos en la dirección del Jardín Botánico y su labor docente como profesor de botánica en el mismo centro científico, como en la recién creada Universidad Central de Madrid. Se trasladó con le gobierno legítimo constitucional a Sevilla, en donde el 13 de junio de 1823, una parte del pueblo a los gritos de "vivan las cadenas" persiguió a los liberales y Lagasca perdió durante el tumulto sus preciados materiales científicos (no menos de 317 libras de peso), entre los que se encontraban sus herbarios y manuscritos, algunos como los de la Flora Española a punto de imprimirse, resultado de sus más de treinta años de observaciones. Después, y como todos los demás represaliados, fue declarado traidor y reo de muerte, siendo confiscados sus bienes por Real disposición el 1 de octubre de 1823 y tuvo que emprender el camino del exilio. Pasó en primer lugar a Cádiz, luego a Gibraltar y después finalmente a Londres donde llegó en 1824 y donde permaneció hasta su repatriación en 1834. Regreso que ocurrió tras la muerte de Fernando VII, al ser admistiado y poder emprender camino de vuelta, pasando previamente por Paris, Lyon, Avignon y Montpelier hasta Barcelona y finalmente Madrid (Llorens, 1968, 29).
Lagasca durante su exilio londinense mantuvo frecuentes contactos con Robert Brown, Jhon Lindley, Aymer Bourke Lambert, James Edward Smith, David Don, Philip Barker Webb o George Bentham, aunque su relación más estrecha la tuvo con le profesor de botánica de Glasgow, William Hooker (Llorens, 1968, 45).
Su relación con el prestigioso botánico y aristócrata, el general Aylmer Bourke Lambert, se remontaba a unos años antes. Desde la primavera de 1818, el inglés enviaba a Lagasca semillas y otras remesas de ejemplares y muestras botánicas prodecentes de las indias orientales y de las islas Mauricio; entre ellas algunos ejemplares de palmas que no había sido capaz de denominar y una especie de Cinchona sobre la que específicamente necesitaba su ayuda para determinarla. Por otro lado Lagasca le envió semillas del Jardín de Madrid, muy probablemente algunas de las que incluyó en su Elechus plantarum, en especial de la especie Ferdinanda (2). Lambert, a través del embajador español en Londres que ejercía de intermediario entre ambos,le remitió libros como la Flora Británica de E, Smith y la Flora Americana de Pursh, así como semillas del Jardín de Calcuta. Le pedía a cambio noticias sobre el Lupinus y por sus trabajos botánicos que se mencionaban en el volumen 15º de los Anales del Museo de Historia Natural de París; en especial los referentes a los especímenes de los géneros Proustia y Dumerilia (3).
Parece que lambert, en los años sucesivos, le continuó mandando semillas de todo tipo y procedencia, muchas de la India y de la zona del Índico para el Jardín Botánico de Madrid (4) y Lagasca, por su parte, le informaba de la marcha de sus trabajos en el Jardín Botánico, de sus proyectos de publicación y le remitió varios de sus trabajos editados, alguno para que se lo entregase a R. Brown. Además le pidió plantas de su herbario, sobre todo umbelíferas, e intercambió con él opiniones sobre todo tipo de cuestiones botánicas y sobre el trabajo de sus colegas y amigos comunes, entre los que se encontraba A. P. De Candolle (5).
Sin duda Lambert, junto con Smith, fueron los que más le ayudaron durante su estancia en la capital británica. Ambos le prestaron ayuda económica en más de una ocasión y Smith, el fundador y primer presidente de la Linnean Society, con el que Cavanilles mentuvo una intensa correspondencia, le ofreció la oportunidad de encargarse de una cátedra de botánica en una universidad de EE.UU., sin que Lagasca aceptara su recomendación, quizá en esos momentos por sus dificultades con el idioma (Constance y Rodríguez , 1975, 139). Quizá Smith no fuera el verdadero artífice de la oferta, sino más bien el botánico del "Linnean Garden" de Nueva York, Robert Prince, con el que lagasca estba en contacto desde 1820. Prince conocia las remesas que Lagasca hacía en esas fechas a su amigo de Cambridge el profesor Pick, de manera que tal vez eso acrecentó su interés por intesificar su correspondencia con el botánico español, colaborar en el intercambio de semillas y con otro tipo de servicios, como la promesa de enviarle un catálogo de las plantas indígenas americanas y sobre otras de su interés. Por tanto lo que más nos induce a pensar en quien fue el artífice de que Lagasca pudiese trasladarse a EE.UU., radica en el hecho de que el padre de Prince era el conservador en el mayor jardín botánico de ese país, que contaba por entonces con con más de 4.000 especies, de las que 1.300 eran nativas (6) y tal vez de los botánicos, padre e hijo, y el profesor de Camdbrige intervinieran decisivamente en la propuesta.
Hooker, en Botanical Miscellany, narra la anécdota de cuando conoció personalemente a Lagasca, probablemente nada más llegar éste a Londres. Ocurrió en casa de Lambert a finales de 1824, en presencia de otros botánicos ingleses y a partir de ese primer contacto personal y tras muchos años de correspondencia entre ambos, sus visitas fueron casi diarias y en varias ocasiones herborizaron juntos. En la reunión Lagasca manifestó su malestar por la adquisición que el propio Lambert había hecho del rico herbario de su compatriota José Pavón, obligado a venderlo dada la miseria en que se encontraba tras los gastos que tuvo que hacer para salvar la vida de uno de sus hijos condenado a muerte por causas políticas, (Yáñez, 1842, 42). Sin embargo hay autores que ponen en tela de juicio estas afirmaciones, como por ejemplo James Britten que opina que los comentarios altisonantes vertidos por Lagasca son atribuibles a un error de la traducción (Britten, 1924, 347).
El botánico austríaco Schultes, con el que ya se escribía Lagasca en 1819 y quien le invitó en esa fecha a formar parte como editor de su Species Plantarum (7), fue uno de los botánicos con los que también se encontró Lagasca en Londres. Tuvo lugar igualmente en la misma runión en casa del conde de Lambert, y sus primeras impreiones sobre la circunstancia que rodeaban al botánico español en esos momentos son bastante elocuentes. En una carta que envió a Sternberg en 1830 (Hooker, 1830, 63 y 64), cuyo fragmento es reproducido por Constance y Rodríguez (1975, 139), describe la situación de este modo: Pobre Lagasca, no sólo perdió todo su entorno familiar, su esposa y sus cinco hijos estaban en Cádiz, su fortuna; también su gran herbario, sus manuscritos de la flora española en el que había empleado más de veinte años y que estaba listo para su impresión: lo mismo sucedió con el manuscrito de la monografía sobre la Ceres y sus ejemplares de herbario completado en Sevilla: "lejos de su tierra y de sus amigos, vive ahora en el gris y caro Londres participando de las aficiones junto a sus compatriotas exiliados".
Ante esta lamentable situación y si no hubiera sido por la oportuna influencia de sus amigos ingleses, a pesar de que ni aún así su vida resultó cómoda, podría haberle llevado a un oportuno y doloroso abatimiento del que pudo reponerse a base de tesón y pundonor. Su situación económica, sin embargo, le obligó a aceptar trabajos circunstanciales y modestos empleos. Gracias a uno de ellos, que consistió en ordenar y clasificar un herbario procedente de la India, colectado por un viajero inglés, pudo traer consigo a su familia a Londres. es muy posible que este herbario fuera el que le mandara el duque de San Carlos en 1819 (8). Es interesante recordar a este respecto que en esos años Lagasca se mostraba interesado en la flora exótica de Asia y el Pacífico oriental como lo demuestra la correspondencia que por entonces mantuvo con el Secretario de Estado, maqués de Santa Cruz, a propósito de ocho cajones con plantas y semillas de la India con destino al Jardín Botánico de Madrid, enviadas por Manuel Larruleta, factor de la Compañía de Filipinas en Calcuta (9).

Lagasca dispuso asimismo, con los nombres científicos y traducción española, una colección de flores raras que el encargado de negocios de Chile en Londres, Mariano Egaña, le encargó para remitir a su país. El diplomático chileno, por otro lado, lamentaba que su gobierno no hubiera querido aceptar a Lagasca como profesor en aquella tierra, por considerar excesivo el sueldo de 2000 pesos anuales que al parecer era cifra estipulada y alegaba en su favor que, concretamente en Perú y otras partes, se contrataba por la misma cantidad a personas de menor valía (Llorens, 1968, 178).
Realizó trabajos de campo en diversos jardines botánicos de la capital inglesa, como en el de la Academia de Mr. Lawrence, en el de Miss. Mariam Jonson, en el de Brown, etc. Pero fue especialmente significativo el trabajo que desempeñó en el Jardín Botánico de Chelsea, en el que cultivó cereales y umbelíferas, gracias a las facilidades que amablemente le facilitó su conservador William Anderson, al que conoció mediante la recomendación que le hizo su amigo P.B. Webb para que le mostrara la rica colección de umbelíferas que poseía ese jardín (10).
En dicho jardín debió incrementar su colección de cereales procedentes de España con los que en él se cultivaban, frecuentando sus instalaciones y trabajando casi a diario sobre las plantas de mayor interés para la agricultura. Trabajo que quiso difundir entre los británicos curiosos e interesados en los temas botánicos, como el duque de Belford y su hijo John Russel, a los que invitó para que le visitaran y poder mostrarles su colección de cereales (11).
Asistió al Jardín de Chelsea prácticamente durante toda su estancia en la ciudad de Londres y se prestó a colaborar como corresponsal del jardín Botánico de Madrid, enviando noticias, observaciones, plantas y semillas de las que existían en el jardín londinense y en otros de la misma ciudad, junto a los almacenes y tiendas especializadas que expendían este tipo de productos tratando de resolver las demandas que le hacían desde España. En uno de estos encargos que hizo a mediados de 1830, a través del embajador como era habitual, se lamentaba por no poder adquirir las semillas para el Jardín de Madrid ya que en los Jardines ingleses tan sólo recogían aquellas semillas estrictamente necesarias para las siembras particulares y por tanto, en el caso de que existieran, su adquisición se debería hacer por encargo y con antelación. Tan sólo cuatro de las especies requeridas las halló en una tienda londinense, la de Mr Cherlwood, que conocía bien por ser su propietario miembro de la Sociedad Linneana de Londres. Además del envío de semillas, remitió las listas de existencias en la citada tienda, así como notas y observaciones sobre su cultivo que incluían aspectos comparativos con los datos que poseía de algunas especies comunes de España (12).
A diferencia de su compatriota Seoane, que con su Exposición razonada de la doctrina fenológica, publicada en Londres en 1825 y otras obras del mismo estilo de moda en Inglaterra por las teorías que contenían, Lagasca apenas pudo dar a conocer alguna obra de importancia, sin embargo, escribió algunos trabajos sobre varias familias de plantas. Resumió estudios botánicos y arregló colecciones locales y aunque se frustraron algunos proyectos editoriales por su defectuoso inglés – en francés por el contrario se defendía con soltura-, redactó en español algunos artículos que se editaron en las publicaciones de los emigrados españoles que ya hemos mencionado. Divulgó varios escritos en el periódico Ocio de los Españoles Emigrados, en el que incluyó su tercera versión de una monografía sobre las umbelíferas: Observaciones sobre la familia de las plantas aparasoladas, en los números de septiembre a diciembre de 1825; en el de junio de 1827 la necrológica de su amigo Francisco Fernández Gascó y la biografía de Simón de Rojas Clemente, ésta extraída de la Gaceta de Madrid del 27 de marzo de ese año (Yánez, 1842, 46).
Para Lincol Constance y Rafael Rodríguez, que se han ocupado del estudio de los trabajos botánicos de Lagasca en relación con las umbelíferas, Lagasca es el más importante botánico español de la primera mitad del siglo XIX, después de Cavanilles y, afirman que ocupa un lugar importante en el desarrollo de la sistemática de las umbelíferas de manera que aún hoy día sus trabajos permiten comprender el valor y significado de los caracteres que se utilizan para determinar los géneros de dicha familia. (Constance y Rodríguez, 1975, 138 y 146).
Tradujo del francés y aumentó con notas curiosas la Teoría elemental de Botánica de Decandolle, que éste había publicado en París en 1813. Volvió a componer e incorporar las novedades científicas a los Elementos de Botánica del mismo Decandolle, que había perdido en Sevilla y que había redactado y utilizado desde 1806 en sus clases en el Jardín Botánico de Madrid y que la censura de entonces le había impedido publicar; ambas obras tampoco pudieron imprimirse en esta ocasión (Yánez, 1842, 45 y 46).
(Continuará)