lunes, 4 de enero de 2010

Cuadernos 62 Elogio de Lagasca CUATRO

" En Valenca se le proporcionaba mejor la satisfacción de su deseo."
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ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA
Y SEGURA
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1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
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CUATRO
Es de notar el poderoso motivo que le impelió a mudar de Universidad después de haber ganado un curso en Medicina, y no fue otro que el deseo que aumentaba cada día por cultivar su querida ciencia por los vegetales. En Valencia se le proporcionaba mejor la satisfacción de su deseo; en aquella Universidad cursó química y botánica con los profesores don Tomás Villanova y don Vicente Alfonso Llorente. Allí se extendieron notablemente sus conocimientos botánicos. Durante las vacaciones, que son y eran entonces aún más largas en nuestros establecimientos superiores de enseñanza, La-Gasca no satisfecho de las explicaciones teóricas del profesor, se ocupó de hacer muchas excursiones en aquel hermoso país, ya solo ya acompañado de su intimo amigo don José del Pozo, cuya temprana muerte le afligió mucho y recordaba siempre con sentimiento. En estas expediciones La-Gasca se hizo botánico, porque su principal libro era la naturaleza, a ejemplo del inmortal Linneo.
Recorrió los países visitados por los profesores esclarecidos, siguió las huellas del célebre Cavanilles, que fue después en Madrid su maestro, su jefe y amigo; penetró en puntos que nadie había recorrido, y tanto más enamorado cuanto poseía mejor el objeto de su cariño, multiplicaba sus excursiones y añadía penalidades y sacrificios a los sacrificios y penalidades sufridas, hasta que su deber le llamaba otra vez a la Universidad, esperando con ansia la estación de la flores y la conclusión del curso escolástico le permitiesen volver a la ocupación que formaba todas sus delicias. Sin embargo, en las cortas vacaciones académicas de Navidad, Carnaval y Semana Santa, que los escolares suelen dedicar a las diversiones correspondientes a su edad, no se descuidaba en salir al campo en busca de nuevas plantas, propias de aquellas estaciones para poderlas reconocer en diferentes fases de vegetación. Anhelando siempre nuevas adquisiciones, luego de concluido el curso de 1799, se empeñó en una excursión más atrevida recorriendo gran parte de Andalucía y La Mancha y cargando un rico botín pasó a Madrid con el objeto de visitar el famoso jardín botánico de dicha Corte, uno de los más bellos monumentos del honor nacional, célebre por los nombres de Quer, Bernades, Mutis, Gómez-Ortega, Cavanilles, Ruiz, Pavón, y un gran número de otros botánicos ilustres a los que debía añadir, en breve, el suyo propio y el de Rojas Clemente, su rival y amigo. Siguió otro curso en la Universidad de Valencia y habiéndose cerrado en ella la enseñanza de la medicina práctica a consecuencia de las mudanzas adoptadas entonces por el Gobierno, se vio precisado a pasar a la Corte para incluirla. Así por reiterados eslabones dispuso la Providencia los acontecimientos en la vida de nuestro sabio para encumbrarle paulatinamente hasta aquella altura que no era superior a su verdadero mérito y desde la cual debía honrar e iluminar a su Patria.

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