miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cuadernos 37 Biografía de Lagasca por V. Martínez Tejero

MARIANO LAGASCA: UN BOTÁNICO DE FAMA MUNDIAL
Por: Vicente Martínez Tejero
( II )
EL REAL JARDÍN BOTÁNICO
Llegó a Madrid con aspecto de mendigo y un enorme herbario como único equipaje, dirigiéndose a casa de su amigo Ignacio Graells, triunfante y contento por el número e importancia de sus descubrimientos que explicó con entusiasmo sin reparar en su estado miserable. Graells le ayudó y proporcionó habitación hasta que el médico de cámara, Juan Bautista Soldevilla, le facilitó trabajo.
En la primera de sus frecuentes visitas al Jardín Botánico, tras escuchar la disertación encomendada por el profesor Gómez Ortega al discípulo Simón de Rojas Clemente, Lagasca hizo objeciones contra el método adoptado, demostrando conocimientos que asombraron al propio catedrático.
Entre Rojas Clemente y Lagasca surgió una entrañable amistad que no pudieron romper, según expresión de éste, “ni la ausencia, ni los repetidos esfuerzos de almas mezquinas, ni las amenazas de la vil adulación, ni las vicisitudes políticas de nuestra desgraciada patria.” Superado en Madrid el segundo curso de clínicas, volvió a Zaragoza donde obtuvo el grado de bachiller en Filosofía y Medicina en junio de 1801.
En Madrid conoció a Cavanilles, botánico valenciano de gran prestigio y le ofreció su magnífico herbario formado por 4.000 especies, entre ellas dos nuevas gramíneas que fueron publicadas por aquel en el 6º tomo de los Icones. La impresión que Lagasca produjo en Cavanilles se demostró meses más tarde; designado este Director del Jardín Botánico, le nombró alumno pensionado, consiguiéndole después una comisión para recoger plantas y datos de geografía botánica destinados a la elaboración de una Flora Española.
En 1801 y en colaboración con Rodríguez, publicó la descripción de algunas plantas del Jardín Botánico de Madrid. En el año siguiente dio a la imprenta su Descripción de algunas plantas nuevas que han florecido en el real Establecimiento Botánico en 1802; Descripción de algunas plantas nuevas que colectó D. G. Thalaker en Sierra Nevada, y el fascículo III de Plantas que el ciudadano Augusto Broussonet colectó en las costas septentrionales de África y Canarias, relación de las que Cavanilles había publicado ya los dos primeros fascículos.
La Introducción a la criptogamia española, trabajo redactado en colaboración con Donato García y Simón Romas, vio la luz en 1802 dentro de los Anales de Ciencias naturales. Ya había comunicado a este último la idea de elaborar la Ceres Española, obra que junto con la Flora Española constituía un proyecto siempre presente en su ánimo y que desgraciadamente no podría concluir.
Herborizando en las montañas de Asturias, encontró el liquen islándico (Cetraria islandica); Cavanilles comunicó al Secretario de estado el hallazgo de su discípulo y la noticia se publicó en la gaceta de Madrid del 29 de julio de 1803; “D. Mariano Lagasca, alumno del real Jardín Botánico, que viaja de Real Orden para reconocer los vegetales de nuestra península, completar la Flora Española, y aumentar la colección del mencionado Jardín, acaba de descubrir en el puerto de Pasajes y cercanías de la Colegiata de Arvás en Asturias, la utilísima plata que llamó Linneo Lischen Islándicus, y lo ha visto en varios parajes con tanta abundancia, que asegura que puede copiarse allí a poca costa alunas arrobas; los médicos usan esta planta como poderoso remedio en la tisis y hemotisis; se cría en las regiones septentrionales de Europa, ignorábamos que fuese indígena en España, y sabiendo ahora por dicho descubrimiento que vegeta con lozanía y abundancia en las montañas de Asturias, se hace saber al público para que logre este remedio sin los gastos que causa hacerlo traer del Norte...”
El anuncio finalizaba con la descripción del vegetal, sin duda extractada de la memoria escrita por Lagasca donde detallaba los caracteres morfológicos y usos tanto económicos como medicinales. La parte química del estudio del liquen corrió a cargo de Proust, eminente químico francés residente en España, gracias a las gestiones del Conde de Aranda. Este descubrimiento consolidó la buena fama de Lagasca entre los científicos españoles.
Comunicó sus observaciones a Isidoro de Antillón, paisano y amigo que utilizó numerosos datos en la Geografía de España y Portugal; así, en nota introductora del párrafo dedicado al Principado de Asturias, escribió:
“Casi todo este artículo de debe al distinguido botánico aragonés D. Mariano Lagasca, que habiendo recorrido en 1803 parte de las Asturias en calidad de naturalista, ha tenido la generosidad de comunicarme sus observaciones.”
Antillón reflejó la importancia económica del descubrimiento del liquen: “El liquen de Islandia se vendía en Madrid a 160 reales la libra; hoy se halla a 20 en las droguerías y aún puede venderse más barato, pues es abundantísimo en toda aquella cordillera.
”Tras la muerte de Cavanilles, ocurrida en 1804, y nombrado Zea nuevo director del jardín Botánico, Lagasca continuó como ayudante sin interrumpir la divulgación de sus nuevos descubrimientos. En 1805 publicó en variedades de Ciencias, Literatura y Artes, una serie de trabajos sobre los caracteres diferenciales de distintas especies, algunas de ellas nuevas para la ciencia. Descubrió también un tipo de trigo de grano vestido que denominó Triricum aragonense.
Nombrado profesor de Botánica médica en 1807, aplicó en sus lecciones, por primera vez en la enseñanza española, el método de familias naturales.En este periodo realizó una incansable labor a pesar de los obstáculos, no conocidos claramente, que refiere en escrito dirigido al Marqués del Rafal: “La falta de recursos para imprimir y el haberme negado el Gobierno de Carlos IV su auxilio, que imploré al efecto, han sido la causa de que no haya publicado ni aquellos mismos trabajos, que manuscritos suplían, en parte a los discípulos la falta de libros para la enseñanza de la botánica. No pude ni publicar un resumen por motivos que juzgo conveniente sepultarlos en el olvido....”

No hay comentarios:

Publicar un comentario