martes, 10 de noviembre de 2009

Cuadernos 33 Biografía de Lagasca por V. Martínez Tejero

MARIANO LAGASCA: UN BOTÁNICO
DE FAMA MUNDIAL
*
Por Vicente Martínez Tejero
( I )
Los fenómenos de la naturaleza que, en cualquier época, más despertaron la inquietud intelectual de los aragoneses pertenecen al campo de la biología y en consecuencia, Aragón ha sido cuna de destacados biólogos entre los que predomina cuantitativamente los botánicos. Con sus altas montañas, fértiles valles y llanuras esteparias evocadoras del desierto norteafricano, el paisaje ofrece en su diversidad geográfica, climática y edafológica, una variadísima vegetación que estimula la curiosidad, favoreciendo la secular tendencia del aragonés hacia el estudios de las plantas. En la bibliografía botánica universal recopilada a finales del siglo XIX por el Secretario de la Sociedad Linneana Británica, B. Daydon Jackson, aparecen catalogados los trabajos sobre flora ibérica realizados por doce botánicos españoles, cinco de ellos aragoneses: Asso, Echeandía, Lagasca, Loscos y Pardo Santrón.
PRIMEROS AÑOS
En la villa de Encinacorba (Zaragoza), el 5 de octubre de 1776 y en el seno de una familia de labradores, nació una aragonés universal que ya ha sido considerado como la figura más sobresaliente de la botánica española.Manuel Mariano La Gasca, o Lagasca, según se le conoce hoy aunque él escribía su apellido partido, cumplida la etapa infantil, marchó a Tarragona por decisión familiar para iniciar la carrera eclesiástica bajo la dirección de su tío, Antonio Verdejo, canónigo en aquella ciudad catalana.Según Yánez, autor de la biografía más difundida y pródigamente utilizada por cuantos se ocuparon posteriormente de escribir la vida de Lagasca, el canónigo Verdejo, personaje ilustrado a cuyo domicilio acudían con frecuencia distintas personalidades de la vida cultural tarraconense, facilitó al estudiante el contacto con Antonio Martí Franquees. Cuando este investigador catalán, de quién aprendería las primeras nociones de botánica, ya era conocido por sus experiencias sobre la fecundación de los vegetales.Los comentarios y reflexiones entre Verdejo, también aficionado al cultivo científico de las plantas, y Martí, influyeron sin duda en la definitiva inclinación de Lagasca hacia el estudio de la naturaleza.Ante su clara vocación y aconsejado por ambos, abandonó la teología en 1795, pasando a Zaragoza para iniciar estudios de medicina; pero, concluido el primer curso, se trasladó a la Universidad de Valencia en 1796.Nada añade Yánez sobre la estancia del joven estudiante en Zaragoza pero aventuró una afirmación que ha sido reiteradamente repetida por gran parte de los biógrafos posteriores: “Es de notar el poderoso motivo que le impelió a mudar de universidad después de haber ganado un curso de medicina, y no fue otro que el deseo que aumentaba cada día de cultivar su querida ciencia de los vegetales. En Valencia se le proporcionaba mejor la satisfacción de sus deseos”. Yánez desconocía la realidad del movimiento científico y cultural que floreció en Zaragoza durante la Ilustración, edad de oro aragonesa en la que destacaría precisamente la botánica entre todas las ciencias, por el número de practicantes y nivel alcanzado.Lagasca asistió en Zaragoza a las clases de Echeandía, según testimonio de Pardo Bertolini.
BOTÁNICA
En 1795, el boticario Echeandía, navarro de origen pero zaragozano de adopción, ya era famoso en la ciudad por sus conocimientos botánicos, impartía lecciones en su rebotica y había realizado las siembras y plantaciones oportunas para la formación del Jardín Botánico en un huerto cedido por su colega Francisco Otano. Socio correspondiente de los jardines botánicos de Madrid y Montpellier, Echeandía se ofreció a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, para enseñar botánica gratuitamente en sesión pública, el 18 de abril de 1797 y con motivo de la inauguración de las cátedras de botánica y química, leyó un importante discurso en el que demostró conocer los avances más recientes de la ciencia europea. El Deán D. Juan Antonio Hernández Pérez de Larrea consiguió la colaboración de Gómez Ortega, Boldó, Lorente, Abad y el francés Lacepède, entre otros distinguidos botánicos, para disponer de los materiales utilizados por Echeandía en el Jardín Botánico de Zaragoza.Gómez Ortega dio el nombre de Larrea a un género nuevo, publicando expresiva dedicatoria que años más tarde aprobaría Cavanilles: “El patriotismo y desinterés con el que el señor Don Juan A. Hernández de Larrea, Deán de Zaragoza, promueve la agricultura y las ciencias naturales, con especialidad la botánica, le hacen acreedor a que su nombre se conserve en los fastos de esta ciencia. Así lo conoció el señor Ortega y por lo mismo nombro Larrea a una de las especies de mi Hoffmanseggia”.En 1821 Lagasca elogiaría, como Director del jardín Botánico de Madrid, al profesor Echeandía y al Deán Larrea.Ignacio J. De Asso, otro de los pocos españoles que aparecen en la historia de la ciencia universal, se hallaba en Zaragoza, su ciudad natal, cuando Lagasca curso el primer año de medicina. Ya había publicado la mayor parte de su obra botánica y recopilaba datos para escribir la Economía Política de Aragón. Alumno de Palau, condiscípulo de Gómez Ortega, amigo de Cavanilles y de destacados botánicos extranjeros, realizaría, como figura máxima de la ilustración aragonesa, una irrepetible labor científica y cultural.Evidentemente, Lagasca marchó a Valencia y allí siguió sus estudios de medicina, pero resulta difícil aceptar que el motivo del desplazamiento fuese la búsqueda de un buen profesor de botánica. Posiblemente, la prescripción facultativa de clima marítimo o cualquier otra causa, hoy desconocida, obligó al estudiante a cambiar de universidad.Junto al Mediterráneo permanecería hasta 1800, estudiando medicina y cursando botánica con el profesor Vicente Alfonso Lorente, aunque no satisfecho con las explicaciones teóricas de éste ni con las prácticas de gabinete realizó numerosas y continuas herborizaciones por aquella región. Conoció personalmente al famoso naturalista y geógrafo alemán, barón de Humboldt que admiró su habilidad en el conocimiento de las especies. Concluido el curso de 1799, recorrió gran parte de Andalucía y la Mancha, formó un gran herbario y acudió a Madrid para visitar el Jardín Botánico.Todavía siguió otro año en Valencia y al clausurarse la enseñanza de la medicina práctica en aquella universidad, decidió continuar sus estudios en la Corte, efectuando el traslado a pie para herborizar a lo largo del trayecto.
*Notas: Larrea era natural de Villar del Salz (Teruel).
Texto tomado del libro: Aragón en el Mundo CAI 1988 pp. 308 y siguientes.

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