lunes, 1 de marzo de 2010

Cuadernos 93 Elogio de Lagasca DIECISEIS

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
*
1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
DIECISEIS
Tuve entonces el honor de conocerle y hablarle por primera vez. Era yo, en 1816, un aspirante a las cátedras de los reales colegios de Farmacia y él era un profesor consumado, uno de los botánicos más sobresalientes de Europa. Viéndome pigmeo al lado de un hombre tan grande, de su fama, de su aspecto, de su mirada penetrante, me sobrecogieron; más él me habló con su benevolencia, y al oír de su misma boca la noticia de lo que había sido el establecimiento en tiempos anteriores, del estado lastimoso a que lo habían reducido los desastres de la guerra, del profundo sentimiento que al regresar le había causado su visita, de lo que podía y debía bajo una protección firme e ilustrada y de las causas que se oponían a su progreso, conocí al momento la intensidad de su afición a la ciencia y la energía de su carácter y me persuadí que no en vano aquellos ojos denotaban un corazón de fuego y que aquel cuerpo, en la apariencia endeble, encarnaba un alma grande. Pocas veces puede asistir a sus lecciones, pero me llamó mucho la atención y cautivó mi voluntad aquella ansia con que explicaba sin saberse desprender de la cátedra, aun pasado el tiempo prevenido por reglamento, aquel ardor con que acumulaba unas verdades sobre otras, como si pretendiese agotar todo cuanto sabía en la materia; aquella escrupulosidad con que observaba y hacía observar a los concurrentes los caracteres y fenómenos de los objetos, aun los más diminutos; aquella displicencia que manifestaba al haber concluido como si quisiera continuar todavía y se viese forzado a renunciar a su mayor delicia. Apelo al testimonio de cuantos hayan frecuentado su cátedra y espero me digan francamente cuan descolorido es el cuadro que acabo de trazar del carácter profesional de La-Gasca.

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