miércoles, 24 de febrero de 2010

Cuadernos 91 Elogio de Lagasca CATORCE

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
*
1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
CATORCE
Pero volvamos nuestras consideraciones a la época de la gloriosa lucha de los seis años. La-Gasca, ocupado en los hospitales, no descuidaba por eso la ciencia que formaba sus delicias. Esta afición, comprimida por la severidad de sus principios en el cumplimiento de deberes muy sagrados, no estaba del todo extinguida. Sus proyectos dominantes, la Flora y la Ceres españolas, persistían en todo su vigor aunque no pudiese dar a su ejecución la latitud que hubiera deseado. Así que las horas libres que tenía después del desempeño de su plaza médica, lejos de destinarlas a inocentes diversiones o a las visitas de enfermos particulares para obtener justos honorarios con que subvenir las penurias que a veces sufría a la par de sus compañeros, las empleaba en salir al campo para dedicarse al examen de todos los vegetales; aprovechaba asimismo las continuas marchas que se hacían de aquella desastrosa guerra para herborizar en los terrenos que recorría; jamás salía sin volver a su alojamiento cargado con efectos de sus recolecciones. En 1811 publicó en Orihuela el primer número de las Amenidades naturales de las Españas, célebre en la historia de la ciencia por la Disertación sobre un nuevo orden de plantas de la clase de las compuestas, de las que se hablará más abajo. Jamás pensó en sí mismo, en sus comodidades, en su salud, en su vida, ya que el ejercicio de la medicina absorbía sus cuidados y todo el tiempo que le sobraba, por cualquier causa que fuese, lo destinaba a la agricultura y a la botánica. De ahí es que al regresar a Madrid después de la guerra, llevó consigo un segundo herbario recogido en las provincias meridionales, rico en variedades de cereales y con semillas de más de 700 4 especies de plantas que destinó para el jardín botánico.

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