martes, 23 de febrero de 2010

Cuadernos 90 Elogio de Lagasca TRECE

ELOGIO HISTÓRICO
A
D. MARIANO LA GASCA Y SEGURA
*

1776 – 1839
Por el doctor Agustín Yánez y Girona
TRECE
Tenemos desde este momento a La-Gasca en otra esfera más humilde, pero más filantrópica. Fue recibido con agrado por las autoridades legítimas, pero poquísimos pensaron en su justo valor la magnitud del sacrificio que acababa de hacer. Nombrado médico de número de los ejércitos nacionales, fue destinado al tercero, organizado en las provincias meridionales de la península; si distinguió notablemente en los hospitales en la práctica de su profesión cumpliendo sus sagrados deberes con la exactitud y celo que caracterizaron todas sus operaciones, pero sobre todo brillaron extraordinariamente sus conocimientos y virtudes, su celo y su constancia combatiendo en Murcia la fiebre amarilla en los años 1811 y 1812 en aquella terrible epidemia de que fue víctima su ilustre jefe, el famoso e ilustrado don Tadeo Lafuente. También fue La-Gasca atacado tres veces de la misma dolencia y en la última corrió un riesgo muy grave de perder la vida, e igualmente su familia, pero no obstante no se arredró jamás ni dejó asistir mientras pudo a los enfermos que tenía confiados. Publicó también varios opúsculos sobre dicha horrorosa enfermedad, a saber: “extracto de la obra de don Tadeo Lafuente, adicionado con observaciones propias y el Examen de la memoria de don Bartolomé Colomer sobre la fiebre amarilla”; en 1813 otro impreso titulado “Avisos saludables a los habitantes de Cádiz sobre el contagio de la fiebre amarilla”, y en 1822 otro impreso semejante, dirigió a los vecinos de Barcelona atacados entonces de la misma epidemia. Fue, además, el primero que en 1811 declaró la existencia de aquella insidiosa enfermedad, esta declaración puso su vida en el mayor peligro, le atrajo después persecuciones, compañeras inseparables en tales casos del mérito y de la virtud. Pero los particulares ilustrados, las corporaciones científicas le hicieron justicia y le honraron debidamente. ¡Honor a la Academia de Medicina de Murcia! La primera de todas las Sociedades literarias en condecorar a nuestro sabio, le nombró socio de número el 17 de enero de 1821. Este nombramiento es muy recomendable para aquella corporación; su ejemplo fue seguido después en diferentes épocas por la Academia Médica Matritense; por la Medicina Práctica de Cartagena y Barcelona, por la médico-quirúrgica de Cádiz, y últimamente por la Real Academia de Medicina de París, el 31 de marzo de 1835. El testimonio unánime de tantas corporaciones médicas, célebres en los fastos de la ciencia de curar, indica cuanto había sobresalido en el ejercicio de la profesión nuestro difunto consocio.

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