viernes, 4 de diciembre de 2009

Cuadernos 49 Biografía de Lagasca por V. Martínez

MARIANO LAGASCA: UN BOTÁNICO DE FAMA MUNDIAL
Por: Vicente Martínez Tejero
( VI )
LA MUERTE

Fallecido Fernando VII y dictada la amnistía por la Reina María Cristina, regresó a Madrid tras recibir honores a su paso por Francia. Las intrigas de sus enemigos no lograron impedir que fuera confirmado como Director del Jardín Botánico; no obstante, cansado y enfermo, a finales de 1838 marchó a Barcelona en busca de clima más favorable.El Obispo de Barcelona le brindó alojamiento y amistad y allí, a orillas del Mare Nostrum fallecía el 28 de junio de 1839 el botánico universal a quién, desde el punto de vista humano, no cabe mejor título que el de persona decente.Yánez participó destacadamente en distintos actos celebrados en la capital catalana tras la muerte del botánico y publicó la mencionada biografía, ofreciendo en portada la amplia lista de honores recibidos por este a lo largo de su vida.Además del género que le dedicara Cavanilles, veinte especies, aproximadamente, llevan el nombre de Lagasca como perpetuo homenaje de diferentes botánicos españoles y extranjeros. Su categoría científica siempre se ha reconocido internacionalmente; más de la mitad de los numerosos trabajos referentes a su obra, catalogados en el Repertorio bibliográfico sobre historia de la botánica de Aragón por el Departamento de Historia de la medicina de la Universidad de Zaragoza, proceden de autores extranjeros.Sus publicaciones y obras manuscritas fueron descritas detalladamente por Reyes Prosper en 1917.Lagasca observó que las plantas cultivadas son, generalmente, mezclas de especies y variedades diferentes; este descubrimiento así como sus estudios sobre selección de especies para mejorar los cultivos, fueron divulgados gracias a los escritos del biólogo holandes Hugo de Vries.El investigador portugués Malato Beliz, tras estudiar comparativamente la ley de las series homólogas en la variación, enunciada en 1922 por el ruso Nikolai Vavilov, y la clasificación de los trigos realizada por Lagasca en 1816, ha puesto en evidencia cómo un siglo antes de publicarse la Ley de Vavilov, el español se había dado perfecta cuenta de los principios que la informarían, utilizándolos ampliamente en su trabajo lúcido sistemático.Otros destacados naturalistas como Decandolle, Hooker, Boissier, Kunht, Webb, Humboldt, Schulter, etc, se han referido elogiosamente en sus obras al botánico de Encinacorba que logró incluir su nombre en la historia de la biología.

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